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Opiniones

Luis Abinader, La Nueva Esperanza!

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en

Foto OficialPor Roberto Fulcar.-

Reforestar la esperanza parece constituir, hoy por hoy, la primera de todas las tareas colectivas de la sociedad dominicana, ahíta de frustraciones hijas de las mentiras, los engaños y la incompetencia del liderazgo político.

Dobleces, inconsistencias y venialidades abundan en el inventario de tantos a quienes el pueblo les ha dado la oportunidad de dirigir sus destinos y han resultado ser gente intrascendente, incapaces de enfrentar los grandes problemas nacionales, porque los tiempos del poder parece resultar insuficientes para sus grandes recogidas personales y grupales.

Hemos sido engañados sucesivamente por un liderazgo que no es tal, que no pasa de ser ambición disfrazada; que dice una cosa y hace otra, buenos y limpios de ocasión que se doblan ante la primera suma que les llene los ojos.

Gobernantes sin creatividad y carentes de voluntad política, no para hacer del país “un New York chiquito” que no nos dignifica, ni una mercadeada “revolución” por cada hoja que se mueve; sino hasta para garantizar oxígeno en un hospital de niños, drenaje en la cañada en un barrio, vías para trasladar el producto de los invernaderos de Ocoa, las flores de Jarabacoa, el ajo de Constanza; o el comercio de las habichuelas de San Juan, del arroz del Bajo Yuna. Incapaces de cuidar la seguridad de la ciudadanía, la integridad de nuestras mujeres y un mínimo de oportunidades para nuestra juventud.

Hemos sufrido un liderazgo político simplista e inmediatista, estratégicamente indigente, incapaz de ver más allá de su entorno, que aborda los problemas de cada día con las ocurrencias surgidas ese día, con los recursos disponibles ese día y según las conveniencias políticas de ese día, como si la vida comenzara y terminara cada día, para levantarse al otro día preguntando a sus conmilitones : qué tenemos hoy?.

Mayoritariamente, el liderazgo dominicano recuerda la temporada ciclónica cuando la prensa internacional anuncia los fenómenos, se percata de que viene navidad cuando sus allegados les hablan del reparto clientelar, y de la semana santa cuando el comercio saca su publicidad de temporada; consumen estadísticas sólo cuando se las echan en cara.

Y en medio de las decepciones y la desesperanza que este cuadro genera, los ciudadanos y las ciudadanas, condenados a seguir viviendo y deseosos de hacerlo en nuestro lar, inventariamos los procesos procurando alguien distinto, no para que venga, cual mesías, a redimirnos, sino para que se atreva, como uno entre nosotros, a doblar las mangas de su camisa y acompañarnos eficazmente a cambiar este país.

En medio del lamentable descalabro del Partido Revolucionario Dominicano, el debilitamiento y dispersión inducida de las organizaciones de oposición, teniendo al frente la amenaza cierta de la consagración del Partido de la Liberación Dominicana como fuerza socioeconómica y política corporativa, ejerciendo el partidismo único en el país, ha surgido, como parto de la necesidad, el Partido Revolucionario Moderno -PRM-.

No pretendo decir que se trata de una fuerza revolucionaria y pura, limpia de los vicios del pasado, no voy a mentir. Pero sí, el producto de un esfuerzo digno por no sentarnos, derrotados, a ver pasar por nuestras puertas el cadáver de la alternabilidad democrática, el cortejo del mínimo institucional construido con el sacrificio de tanta gente, unos vivos y otros idos ya.

Simultáneamente viene articulándose la Covergencia por un Mejor País, un esfuerzo de concertación política y social alternativa al oficialismo para el certamen electoral del 2016. Y en todo esto, aflora un dirigente nuevo, alrededor del cual se aglutinan cada día más personas y sectores, y quien aborda con cada vez más firmeza una osada agenda política que convierte en fuerzas orgánicas las simpatías.

Una nueva esperanza está en pie y camina a pasos agigantados, echando raíces en lo más granado de la diversidad socio-económica y política del país. Recibido con aprecio dondequiera que llega, receptor de la confianza de todo el que le conoce, heredero de una práctica familiar de dignidad y decoro, de compromiso con la democracia. Un dirigente joven, libre de resentimientos y odios, emprendedor y exitoso.

Se trata de la más viable opción del PRM y la más competitiva carta de La Convergencia. Es Luis Abinader, él es La Nueva Esperanza!

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