Cennect with us

Opiniones

Juan Bosch, el Ovejo

Publicado

en

victor grimaldi, Juan Bosch, el ovejoPOR VICTOR GRIMALDI CESPEDES.-

Una noche, en 1991, en el Club de Ejecutivos, en la presencia de Don Enrique Peynado, a un numeroso grupo de amigos presentes, Jacinto nos contaba una de las ocurrencias de su padre:

Convocó a muchos de los socios al local de la Torre de doce pisos en Naco para recibir al Ovejo. Todos estaban asombrados. Sabían a quién durante su vida Don Enrique llamaba así.

Los invitados se fueron congregando. No llegaban ni Don Enrique, ni el Ovejo. Pasó una hora, cuando ya algunos se disponían a marcharse, y Don Enrique llegó vestido de blanco con un verdadero ovejo amarrado, y todo se fue en risas. Ahí terminó la narración del Senador.

Yo recordé que cuando era un niño, y Juan Bosch era Presidente de la República, los enemigos de Bosch le llamaban así: el Ovejo. ¿Por qué? Me decía a mí mismo, y recordaba que los compañeritos de la calle Polvorín y de la Juan Isidro Pérez, habíamos subido a la Puerta del Conde el 27 de Febrero de 1963 y vimos la cabeza blanca del presidente Bosch cuando fue a depositar la ofrenda floral el día de su toma de posesión. Bosch era nuestro vecino. En nuestro barrio se hospedó al regresar del exilio el 20 de octubre de 1961.

Era el Ovejo bueno, manso, al que siempre se pretendió denostar con epítetos. Pero el Ovejo triunfó con sus enseñanzas frente a los Lobos, como aconsejaba Juan Crisóstomo:

Mientras somos ovejas, vencemos y superamos a los lobos, aunque nos rodeen en gran número; pero, si nos convertimos en lobos, entonces somos vencidos, porque nos vemos privados de la protección del Pastor. Este, en efecto, no pastorea lobos, sino ovejas, y, por esto, te abandona y se aparta entonces de ti, porque no le dejas mostrar su poder.

Es como si dijera: ´No os alteréis por el hecho de que os envío en medio de lobos y, al mismo tiempo, os mando que seáis como ovejas y como palomas. Hubiera podido hacer que fuera al revés y enviaros de modo que no tuvierais que sufrir mal alguno ni enfrentaros como ovejas ante lobos, podía haberos hecho más temibles que leones; pero eso no era lo conveniente, porque así vosotros hubierais perdido prestigio y yo la ocasión de manifestar mi poder. Es lo mismo que decía a Pablo: Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Así es como yo he determinado que fueraª. Al decir: Os mando como ovejas, dice implícitamente: ´No desmayéis: yo sé muy bien que de este modo sois invenciblesª.

Pero, además, para que pusieran también ellos algo de su parte y no pensaran que todo había de ser pura gracia y que habían de ser coronados sin mérito propio, añade: Por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. ´Mas, ¿de qué servirá nuestra sagacidad ñes como si dijesenñ en medio de tantos peligros? ¿Cómo podremos ser sagaces en medio de tantos embates? Por mucha que sea la sagacidad de la oveja, ¿de qué le aprovechará cuando se halle en medio de los lobos, y en tan gran número? Por mucha que sea la sencillez de la paloma, ¿de qué le servirá, acosada por tantos gavilanes?ª Ciertamente, la sagacidad y la sencillez no sirven para nada a estos animales irracionales, pero a vosotros os sirven de mucho.

Pero veamos cuál es la sagacidad que exige aquí el Señor. ´Como serpientes ñdiceñ. Así como a la serpiente no le importa perderlo todo, aunque sea seccionado su cuerpo, con tal que conserve la cabeza, así también tú ñdiceñ debes estar dispuesto a perderlo todo, tu dinero, tu cuerpo y aun la misma vida, con tal que conserves la fe. La fe es la cabeza y la raíz; si la conservas, aunque pierdas todo lo demás, lo recuperarás luego con crecesª. Así, pues, no te manda que seas sólo sencillo ni sólo sagaz, sino ambas cosas a la vez, porque en ello consiste la verdadera virtud. La sagacidad de la serpiente te hará invulnerable a los golpes mortales; la sencillez de la paloma frenará tus impulsos de venganza contra los que te dañan o te ponen asechanzas, pues, sin esto, en nada aprovecha la sagacidad.

Si somos ovejas, vencemos; si nos convertimos en lobos, somos vencidos

Nadie piense que estos mandatos son imposibles de cumplir. El Señor conoce más que nadie la naturaleza de las cosas: Él sabe que la violencia no se vence con la violencia, sino con la mansedumbre.

Homilías de San Juan Crisóstomo sobre el evangelio de San Mateo 33,1.2.

Publicidad
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.