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ORION MEJIAPOR ORIÓN MEJÍA.-

Por vez primera en muchos años, el presidente de la República dirige personalmente una vasta ofensiva diplomática en el propósito de defender y preservar altos intereses del Estado y de la Nación, como son los irrenunciables principios de la nacionalidad y soberanía.

Eso es lo que ha hecho Danilo Medina al convocar en Palacio a embajadores de América Latina y Unión Europea a quienes les explicó el alcance de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la posesión de nacionalidad dominicana y les prometió que su gobierno aplicara una política migratoria con absoluto respecto a los derechos humanos y acuerdos internacionales.

El Presidente también convocó a los embajadores dominicanos en Washington, OEA y ONU a los que instruyó para defender el buen nombre del país en los diferentes escenarios donde se ha recrudecido una vieja campana contra la República, al tildar a sus autoridades y pueblo de racista o xenófobos.

Esa ofensiva diplomática tiene ribetes históricos porque su aplicación demuestra que Gobierno y Estado han resuelto afrontar con firme decisión y voluntad política la canallada encadenada que se vierte desde hace mucho tiempo contra el gentilicio dominicano y que tiene patrocinio y financiamientos de países del primer mundo y fundaciones de grandes corporaciones o familias influyentes.

La verdad es que Republica Dominicana nunca se ha dado a respetar a nivel internacional y sus gobiernos han soportado todo tipo de humillaciones por parte de grandes metrópolis y organizaciones multilaterales que nunca han querido entender que 28 años antes de proclamada la Independencia nacional, el prócer Juan pablo Duarte enarboló la dominicanidad.

La decisión del presidente Medina de enfrentar la sarta de infundios e infamia contra los dominicanos, resarce en parte la indignación e impotencia que abatió a todo buen hijo de Duarte, cuando a instancia del Gobierno Haitiano, los 15 países de la Comunidad Económica del Caribe emitieron un voto de censura contra Santo Domingo.

Mucho dolió el atrevimiento del primer ministro de San Vicente y Granadinas, quien envió una carta en términos insolentes e irrespetuosos al presidente Medina en la que señala que el Estado Dominicano asumió una conducta racista al supuestamente despojar de la nacionalidad a cientos de miles de hijos de indocumentados.

Expresiones insolentes fueron pronunciadas también por la primera Ministra de Trinidad y Tobago y por otros líderes del CARICOM que carecieron de la cortesía de siquiera pedirle alguna explicación al gobierno dominicano sobre el alcance de la sentencia del Tribunal Constitucional. El nombre de Rúpublica Dominicana ha sido vilipendiado en diarios como The New York Times, Le Monde y El País.

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