Cennect with us

Opiniones

Libérate de la Codependencia

Publicado

en

Dr. César MellaPOR EL DR. CÉSAR MELLA.-

Lo ideal es aprender a valerse por sí mismo a medida que crecemos.

Muchos seres humanos proceden de hogares disfuncionales: divorcio violento, falta de afectos desde la misma lactancia, preferencia marcada por otros hermanos, interferencia sobreprotectoras de abuelos, enfermizo desde muy tierno etc.

A veces por ahí el chico tiene que ponerse los pantalones largos para sobrevivir y debe agarrarse de otros en busca de afectos y protección.

La psicóloga argentina Patricia Faur nos da las señales del comportamiento del infante que debuta como co dependiente:

Hace esfuerzos por ser complaciente y así lograr ser querido.

Pobre autoestima y poca confianza en sí mismo.

Idealización de los otros y desvalorización de sí mismo.

Dificultad para salir a explorar el mundo, se hace difícil por ejemplo enviarlo solo a un campamento de verano fuera del país.

Negación de sus propios enojos para no incomodar a sus padres.

Ese engendro puede evolucionar entonces a un adulto codependiente, el cual presentará entonces:

Focalización excesiva en la vida y en los problemas del otro.

Descuido de su propia vida

Falta de límites y asertividad, es decir, dificultad para decir que no.

Hipertolerancia desmedida frente al abuso.

Exagerados sentimientos de culpabilidad.

Aceptación de cualquier cosa a fin de no ser rechazado.

Sentimiento crónico de vacío.

Se me ocurre pensar que cuando niño han sido materia prima esencial de los pederastas.

El codependiente adulto hace vinculaciones adictivas. En el trabajo, con algún deporte y donde profundiza con energía y timidez al mismo tiempo es cuando se enamora.

En el lenguaje popular “se enamoran como unos gatos” y si logran la conquista se tornan asfixiantes justamente por su condición de codependencia.

Se ha dicho que este tipo de sujeto cuando se hace padre o esposo ejerce un control enfermizo de los que les rodean que resulta asfixiante… “yo sin mi mujer y mis hijos no soy nadie”.

Los domingos son angustiantes para estos especímenes “me han dejado solo y cada uno tomo su rumbo”.

Su vacío existencial no les permite disfrutar las bondades de la soledad y son propensos a la depresión.

Rara vez tienen conciencia de su condición y los desplantes y el desprecio no le hacen mucho efecto. “¿Te has fijado que fulano no hace nada solo?”, observó de forma aguda un conocido.

El que se somete a psicoterapia por esta condición deberá analizar de forma guiada e interpretativa desde la infancia los factores que a través de su vida le hacen depender de un “pie de amigo de forma permanente”.

Necesitara modificar el estilo de vida, diversificar sus amistades, incorporar hobbies y tomar ejercicios al aire libre o incluirse en algún grupo de meditación como el yoga.

Hay que enseñarles a afrontar las adversidades con ayuda del psicólogo por ejemplo la pérdida de un empleo o una frustración sentimental.

Muchos seres humanos prolongan tanto este estilo de vida que cuando se hacen envejecientes tiranizan a la familia con perretas y demandas que recuerdan las mismas manipulaciones de la infancia.

Publicidad