«La Guadalupe ocupa un lugar muy importante haciendo milagros, pero hay cosas que no le puedes pedir; la Santa Muerte te hace el paro, es más cabrona y esa sí te ayuda en cosas más serias y difíciles», dijo Alfonso Hernández, cronista del barrio de Tepito.
A la Virgen de Guadalupe, patrona de los mexicanos, «le pides que te ayude, que te consuele, que te dé fortaleza», pero a la Santa Muerte se le suplica «tener el coraje para resistir».
Por ejemplo, se le pide «que corte con su guadaña las envidias o los maleficios que te quieran hacer en el trabajo o tus vecinos», explicó.
Lejos de estar relacionada con ritos satánicos y de ser la devota de los delincuentes, la Santa Muerte reúne cada año a miles de hombres, mujeres y niños que acuden en familia el 31 de octubre y 1 de noviembre al conocido como «Barrio Bravo» para darle las gracias por los milagros concedidos.
«Hay gente buena y gente mala que se dedica a ocupar los favores que ella nos hace, pero al final salen perdiendo porque el bien siempre triunfa», dijo a Efe Nayeli, una joven que lleva 14 años acudiendo a visitar a esta santa para pedirle «grandes favores».
Sandra comentó que lo hace desde hace seis, desde que se le apareció la imagen de la santa, y en esta ocasión, del brazo de su hijo, recorre el último tramo de rodillas para «agradecer por la salud y el trabajo durante el año».
«Nunca pensé que vendría tanta gente, creía que yo era la única que adoraba a la Santa Muerte y es increíble lo que hay, no nada más aquí, sino en todas partes», señaló Enriqueta Romero, la artífice de que este culto, que la gente practicaba discretamente en sus casas, saliera a la luz hace doce años y se masificara.
«Soy devota de la Santa Muerte hace 57 años, yo puse el altar porque quiero mucho a la santísima muerte, para mí es algo muy grande, es un rayo de luz, la amo», aseguró a Efe.
Eso sí, antes que esta santa, añadió, está Dios, pues ante todo estos fieles son católicos, hasta el punto de que cuando la invocan y le rezan el rosario le piden permiso a Dios.
Cada mes Enriqueta le cambia el traje al esqueleto de la santa, que hoy está rodeada de flores, velas y ofrendas como comida, bebida, tabaco.
Para estas fechas le toca el blanco, el vestido de novia, no por nada en especial, sino porque «estamos en un país libre y podemos hacer lo que nos dé la gana», aseguró.
Con un carácter férreo, Enriqueta organiza a los fieles para que no se queden mucho tiempo frente a la imagen. Entrar, tocar el cristal que la protege y salir.
De tanto venerarla, ¿se le pierde el miedo a la muerte? «Miedo le tengo a la gente que es víbora y habla puras pendejadas, a esa gente que dice que soy satánica, que adoro el diablo… Pero (…) para mí ella es lo más lindo que puede haber en el mundo después de Dios».
Y es que el lema que reza encima de la santa es directo y contundente: «No temas donde vayas que has de morir donde debes».
«Tú naciste con un destino, te vas a caer, te vas a levantar, te vuelves a caer… Pero cuando Dios te necesite se acabó el encanto. Te mueres. Y no te va a llevar la muerte, te va a llevar Dios cuando te necesite», aseguró.
Para otros devotos como David Reyes, creyente desde hace ocho años, adorarla en vida es un modo de irse acercando a lo que ha de venir.
«Queramos o no nos vamos a ir con ella. ¿Por qué no adorarla en vida para que nos vayamos con más confianza?», apuntó este hombre que tiene varias imágenes de la santa, con quien habla y se desahoga cuando tiene problemas.
Según cálculos del cronista Hernández, en la tarde del 1 de noviembre, cuando se le reza un rosario a la Santa Muerte, pueden llegarse a juntar en Tepito unas 5.000 personas y cada año son más.
«Se está convirtiendo en una devoción emergente, una deidad de la crisis» y hay «una devoción popular como no se veía antes en las calles», aseguró.
La crisis económica, política y de credibilidad con las iglesias oficiales está haciendo que haya una «reconversión de las devociones tradicionales» y que se empiece a venerar más que a Dios a imágenes como San Judas Tadeo (que se festeja el 28 de cada mes) o la Santa Muerte.