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Opiniones

A QUIEN CORRESPONDA

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humberto salazar (foto) POR HUMBERTO SALAZAR.-
Un servidor, Humberto Salazar, casado con Elizabeth, mayor de edad, nacido en Santo Domingo, República Dominicana; padre de Silvina, Ricardo y Marcelo y con una nieta de un año, cuyo nombre es Leila; médico de profesión, político por vocación; lector voraz desde pequeño y con militancia partidaria desde 1985.
Demócrata Cristiano por voluntad propia, miembro del Partido Reformista cuando se adhirió a la ODCA, educado políticamente en el antiguo Instituto De Formación Política que dirigía el Profesor José Nicolás Almánzar, seguidor de Caonabo Javier Castillo y Jacinto Peynado, y participante de todos los procesos que ha tenido ese partido en los últimos 28 años.
Egresado de la Escuela de Medicina de la UASD, promoción 1981, con post grado en la Universidad de Buenos Aires, República Argentina y sub especializado en anestesiología para Cirugía Cardíaca en el Hospital Ramos Mejía y la Fundación Favaloro de esa ciudad; y en Gestión Clínica en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Con una carrera profesional conocida y respetada, en los Hospitales Ramón de Lara, Salvador Gautier; y las clínicas: Centro de Cirugía Plástica Santo Domingo, Instituto de Cirugía Especializada, Centro de Cirugía Plástica Dr. Frank Contreras y Centro de Cirugía Plástica y Lipoescultura.
Creador de técnicas anestésicas para cirugía estética, ampliamente conocidas y usadas en el país y el extranjero, con alumnos que han sido exitosos tanto desde el punto de vista económico como profesional.
No tengo decretos con nombramientos firmados por Joaquín Balaguer, ya que pertenecía al grupo opositor a la llamada ¨casa¨, que encabezaba Jacinto Peynado; tampoco los busqué porque mis labores profesionales me permitieron vivir y ahorrar lo necesario para educar a mis hijos y tener el futuro y la vejez asegurados desde hace mucho tiempo.
Rechacé ir al primer gobierno de Leónel Fernández en 1996, ya que mis compromisos en el sector privado y la salvaguarda de mi nombre, para mi fueron mas importantes que ostentar una función pública, aunque se me ofreció varias veces a través del entrañable amigo, ido a destiempo Miguel Cocco.
Cuando me llamaron en 1998 a encabezar el proyecto que llevaría a Amable Aristy a la Secretaría General de la Liga Municipal Dominicana, acepté como un soldado del partido, le dediqué meses de mi vida, a sangre y fuego se logró el objetivo y Euclides Gutierrez, Miguel Cocco y Ala Fernández, entre otros, son testigos de que me negué a participar en ningún cargo dentro de esa institución, a pesar de que se me ofreció.
Viví desde dentro la canibalización del PRSC, a partir de la disminución física de su líder, como manejaban su voluntad e indefensión para nombrarse en los principales cargos partidarios, tengo pruebas documentales de como pusieron en juego su vida administrándole medicamentos no aptos para personas de esa edad, participé en la asamblea del 2001, donde la parte mas joven y militante del partido fue traicionada por los que se comprometieron a defenderla.
Enfrenté a los de la ¨casa¨ por el reparto que hicieron para ellos mismos de los 50 cargos de la Comisión Ejecutiva, con exclusión de todos los dirigentes jóvenes del partido, caso que llegó hasta la Junta Central Electoral, donde en contubernio con Morel Cerda, dividieron definitivamente el partido en el grupito de la casa contra la gran mayoría del partido.
Me enfrenté con todas mis fuerzas al gobierno de Hipólito Mejía y su PPH, mientras muchos disfrutaban de las canongías y privilegios, obtenidos por chivas amarradas y acuerdos ocultos.
No participé en la locura que montaron en el 2003 para buscar un candidato en un partido orgánicamente inexistente. La división de los de arriba se produjo y asumí la alianza con Leónel Fernández de una forma patriótica, para sacar al país de la crisis provocada por el desgobierno pepeachista.
Fuí expulsado sumariamente, sin juicio previo, junto a Jacinto Peynado, Donald Reid y Carlos Morales en el 2004, por ser el ideólogo, como le reconoció el mismo Leonel, del acto del Hotel Jaragüa, donde se realizó públicamente el apoyo del liderazgo principal del PRSC a la candidatura del PLD.
Hay que recordar que esta fue la reacción al fraude montado en contra de Jacinto Peynado en las primarias convocadas para elegir el candidato en las elecciones del 2004.
Aunque fui una figura de primer orden en la alianza, acepté, a pedido del ya Presidente Fernández, ir a un cargo simbólico como Asesor Médico del Poder Ejecutivo, el primer decreto presidencial donde está mi nombre y que agradeceré eternamente, ya que, Danilo Medina tuvo la gentileza de llamarme y Leonel Fernández la cortesía de ofrecérmelo personalmente.
Soy un admirador de la retórica de Joaquín Balaguer y de su obra material de gobierno; seguidor de Leónel Fernández desde mi posición demócrata cristiana; amigo y aliado de Danilo Medina, quien siempre fue mi confidente en los años que pasamos juntos en el Palacio Nacional; creo y asumo la posibilidad de que una mujer como Margarita Cedeño de Fernández encabece la boleta de la concertación PLD.PRSC en las elecciones del 2016 y me considero un alumno y colaborador de Carlos Morales Troncoso, persona a quien he llegado a conocer de cerca y estimo en lo personal, por su calidad humana, la confianza que ha depositado sobre mis hombros y porque me ha servido de maestro en áreas a las cuáles nunca había accedido.
No negocio con nadie mis ideas, porque son mías, es lo único que tengo y no cederé nunca al chantaje, porque no tengo cola que me pisen.
Tampoco asumo compromisos mal entendido con analfabetos funcionales, que solo actúan por medio de dádivas o prebendas, para alcanzar objetivos a todas luces fuera de sus posibilidades.
No defiendo lo que no creo, y nadie me dijo que cuando entraba a un partido político era con la condición de realizar lo que describe el fragmento que copio a continuación de un cuento del Profesor Juan Bosch.
LA MANCHA INDELEBLE (Fragmento)
Todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas, y yo las veía colocadas en una larga hiera de vitrinas que estaban adosadas a la pared de enfrente. Seguramente en esas vitrinas no entraba aire contaminado, pus las cabezas se conservaban en forma admirable, casi como si estuvieran vivas, aunque les faltaba el flujo de la sangre bajo la piel. Debo confesar que el espectáculo me produjo un miedo súbito e intenso. Durante cierto tiempo me sentí paralizado por el terror. Pero era el caso que aín incapacitado para pensar y actuar, yo estaba allí: había pasado el umbral y tenía que entregar mi cabeza. Nadie podría evitarme esa macabra experiencia.
La situación era en verdad aterradora. Parecía que no había distancia entre la vida que había dejado atrás, del otro lado de la puerta, y la que iba a iniciar en ese momento.
Físicamente, la distancia sería de tres metros, tal vez de cuatro.
Sin embargo lo que veía indicaba que la separación entre lo que fui y lo que sería no podía medirse en términos humanos.
Entregue su cabeza-dijo una voz suave.
-¿La mia?- pregunté con tanto miedo que a duras penas me oía a mi mismo.
-Claro-¿Cuál va a ser?
A pesar de que no era autoritaria, la voz llenaba todo el salón y resonaba entre las paredes, que se cubrían con lujosos tapices. Yo no podía saber de dónde salía. Tenía la impresión de que todo lo que veía estaba hablando a un tiempo: el piso de mármol negro y blanco, la alfombra roja que iba de la escalinata a la gran mesa del recibidor, y la alfombra similar que cruzaba a todo lo largo del centro; las grandes columnas de mayólica, las comisas de cubos dorados, las dos enormes lámparas colgantes de cristal de Bohemia. Sólo sabía a ciencia cierta que ninguna de las innumerables cabezas de las vitrinas había emitido el menor sonido.
Tal vez con el deseo inconsciente de ganar tiempo pregunté.
¿Y como me la quito?
-Sujétela fuertemente con las dos manos, apoyando los pulgares en las curvas de la quijada; tire hacia arriba y verá con que facilidad sale. Colóquela después sobre la mesa.
Si se hubiera tratado de una pesadilla me habría explicado la orden y la situación. Pero no era una pesadilla. Eso estaba sucediéndome en pleno estado de lucidez, mientras me hallaba de pie y solitario en medio de un lujoso salón. No se veía ni una silla, como temblaba de arriba abajo debido al frío mortal que se había desatado en mis venas, necesitaba sentarme o agarrarme a algo. Al fin apoyé las dos manos en la mesa.
-¿No ha oido o no ha comprendido? -dijo la voz
Ya die que no era autoritaria sino suave. Tal vez por eso me parecía tan terrible. Resulta aterrador oír la orden de quitarse la cabeza dicha en tono normal, más bien tranquilo. Estaba seguro de que el dueño de esa voz había repetido la orden tantas veces que ya no le daba la menor importancia a lo que decía.
Al fin logré hablar.
-Si, he oido y comprendido-dije-. Pero no puedo despojarme de mi cabeza así como así. Deme algún tiempo para pensarlo. Comprenda que ella está llena de mis ideas, de mis recuerdos.Es el resumen de mi propia vida. Además, si me quedo sin ella, ¿con qué voy a pensar?
La parrafada no me salió de golpe.Me ahogaba. Dos veces tuve que parar para tomar aire. Callé, y me pareció que la voz emitía un ligero gruñido, como de risa burlona.
-Aquí no tiene que pensar. Pensaremos por usted. En cuanto a sus recuerdos, no va a necesitarlos mas: va a empezar una nueva vida.
P.D. Conmigo no cuenten para quitarme la cabeza.
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