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Chispas!

LAS HIJAS DEL FISCAL

Publicado

en

humberto-salazar-foto1 POR HUMBERTO SALAZAR.-
Lo que esta ocurriendo en nuestros sectores marginados con las menores de edad, como el embarazo de una niña de 10 años embarazada en San Cristóbal o la noticia de que una adolescente de 13 dio a luz a trillizos en el Hospital de Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en un país ¨normal¨sería motivo de alarma.
Sin v, lo que estamos viviendo cada día es una epidemia de jovencitas violadas por adultos, cuyo número no conocemos ya que, como es natural, la mayoría no queda embarazada.
El caso de la niña que hoy es madre de trillizos, ejemplifica la grave situación que padecen nuestras familias pobres, hacinadas y víctimas de abusadores y delincuentes sexuales.
Esta niña de 13 años, fue embarazada por un vecino de 63 años de edad, quien huyó del lugar al ser requerido por las autoridades.
Las llamadas ¨hijas del fiscal¨, porque tener relaciones sexuales con una o un menor equivale a una violación, y por lo tanto el violador tendría que enfrentarse a un fiscal y a un juez en un tribunal, parece que han quedado huérfanas, ya que mas del 30% de las embarazadas que son atendidas en los hospitales públicos tienen menos de 18 años de edad.
LAS CIFRAS NOS ACUSAN
El tema de embarazos en adolescentes ha dejado de ser un problema de salud, que lo es sin margen de dudas, para convertirse en un dedo acusador que señala una crisis de toda la sociedad.
Un país, que se supone organizado y con leyes, donde una jovencita acude a un centro de salud en busca de atención médica para su embarazo, inmediatamente pondría en movimiento las acciones punitivas contra los que cometen este tipo de delito.
En la República Dominicana del siglo XXI, por el contrario, escuchamos a estos violadores, según la ley, ufanarse de comprar virginidades y jovencitas bajo el manto protector de una sociedad que calla y otorga.
Tantas niñas embarazadas refleja la existencia de una sociedad tribal y atrasada, con altos grados de insensibilidad y que permite la construcción de una generación perdida.
Mientras esto ocurre, nos entretenemos en temas intrascendentes, en discusiones internas de los partidos políticos y participamos del carnaval de consumo que caracteriza a la sociedad moderna.
MARGINALIDAD Y EXCLUSIÓN
El crecimiento económico de nuestro país, visible y evidente, ha sido excluyente y desigual.
El país en que vivimos contiene tres segmentos de población que pueden ser fácilmente identificados: un grupo muy pequeño de privilegiados, tradicionales o no, que vive de cara a las sociedades desarrolladas, el llamado primer mundo, con todo el lujo y comodidades de que se disfruta en esos países.
Este grupo, tiene gustos del primer mundo, consume productos que compra en Estados Unidos o Europa y maneja vehículos cuyo precio equivale al trabajo de toda la vida de un trabajador.
El otro segmento,¨quiere y no puede pero trata¨.
Quiere vivir como el grupo de privilegiados, no puede porque sus ingresos no alcanzan para llegar a fin de mes, pero trata, porque se endeuda para mantener un nivel de vida insostenible desde el punto de vista económico.
Ha creado gustos y costumbres del primer mundo, mientras lucha por sobrevivir manteniendo sus familias, educando a sus hijos en colegios y universidades privadas, haciendo sacrificios y piruetas inimaginables para mantener el nivel de vida que caracteriza a este segmento social.
Y el tercer grupo, el de los marginados y excluidos, mayoritario, centro de las dádivas y favores políticos, por la cuantía de sus votos.
Viven condenados a la pobreza, excluidos históricamente de un sistema educativo adecuado, con servicios de salud inadecuados y poco espacio para el desarrollo y crecimiento; habitan espacios donde el hacinamiento y falta de oportunidades es la regla, no la excepción.
Sus niñas, con experiencia sexual no adecuada para su edad, solo tienen las puertas abiertas a la maternidad temprana y la prostitución, ya que, su destino será el ser madres solteras sin ningún tipo de educación formal.
ANTE UN EMBARAZO, ¿QUE HACEN?
¿Cuál es la conducta de cada uno de estos segmentos de nuestra sociedad si una de sus hijas adolescentes es embarazada?
Los privilegiados tienen varias opciones: pueden obligar a quien embarazó a su niña a casarse con ella y tratar de formar un hogar, su poder económico les proporciona los medios para comprarles casa, hacer bodas y dar la bienvenida en ¨baby shower¨ a los nietos que surjan de la relación.
En otros casos, sobretodo si el novio no es de su misma clase social, llevan a la niña a su ginecólogo de confianza, quien le realizará el aborto correspondiente, en las mejores clínicas y condiciones de salubridad y seguridad.
Si es una familia de clase media, advierten a la niña de los peligros de un embarazo temprano y muchas ya colocan preservativos en las carteras de sus hijas antes de que salgan a las fiestas y reuniones juveniles.
Si a pesar de las advertencias surge un embarazo, las bodas apresuradas se realizan, y, si no se puede, están las mismas clínicas y los mismos médicos para realizar los abortos necesarios que impidan un hijo no deseado.
Pero nada de eso existe cuando una menor de edad de los sectores excluidos queda embarazada.
Generalmente es una violación de parte de un familiar adulto, un jovencito con tan pocos recursos como la familia de la víctima o un desconocido; en esos casos el embarazo llegará a termino, pasará a ser parte de la estadística y hará cargar a una niña con otro u otra niña para lo cual no está preparada.
En estos casos, si es que se deciden por el aborto, tienen que recurrir a verdaderos antros que dicen ser clínicas, ubicadas en los barrios de todas las ciudades del país, donde se juegan la vida en manos de médicos que realizan el desembarazo en condiciones inimaginables de salubridad y seguridad.
Esta es la encrucijada de los mas pobres: o te juegas la vida con un aborto clandestino o te ¨jodes¨ la vida con un hijo o hija a temprana edad y sin poder mantenerlo.
Mientras escuchamos los discursos sobre igualdad de genero, pensamos en esa niña con trillizos, que será acusada y alienada por su propia familia, excluida de las oportunidades de progreso a los 13 años de edad y destinada ella y sus hijos a ser parte del desecho de esta sociedad.
¿No será hora ya de que nos quitemos la careta de la hipocresía en que vivimos, y seriamente nos planteemos como sociedad la ruptura de un molde religioso inaceptable para los tiempos que vivimos?
¿Hasta cuando seguiremos sin establecer un programa de educación sexual en las escuelas dominicanas?
¿Es este un estado laico o seguiremos con la mojigatería de mirar para otro lado ante lo evidente?
Preguntas sin respuesta todavia.
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