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Comunicación, Prensa y Poder

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leo hernandezPOR LEO HERNANDEZ.-

El profesor Luis Raúl Matos, quien fuera senador y ministro de Planificación del primer gobierno de Rafael Caldera, en Venezuela, suele inbiciar sus cátedras en la Escuela de Graduados en Gerencia Política de The George Washington University, en Washington, D.C., con la siguiente anécdota:

“Una persona murió y al llegar con sus maletas para el descanso eterno ante San Pedro, a las puertas del cielo, éste lo recibe diciéndole:

-Como ya todo está globalizado, aquí también tenemos nuevas reglas: Usted va donde lo desee. Hacia la derecha, indicándole una puerta, está la gloria; y hacia la izquierda, indicando otra puerta hacia el lado opuesto, está el infierno. Y además, te damos 24 horas para que te decidas.

El recién llegado va primero a la derecha, hacia la gloria, y cuando abre la puerta, todo es remanso de paz, varones y hembras comparten en inmensos pastos verdes, en temperatura templada, cargando infantes mientras los niños más grandes corretean y juegan. Tranquilidad total.

Y a seguidas, va a la izquierda, hacia el infierno. Abre la puerta y ¡…oooh sorpresa!: Hermosas y muy bien formadas chicas, en tangas diminutas bailan al ritmo de La Bilirrubina de Juan Luis Guerra; hay un open bar full, y un banner grandote de bienvenida que reza: Sigue chupando …que hay más.

-Aquí me quedo, dice sin pensarlo mucho nuestro muerto.

Pero San Pedro le recuerda que “no te precipites, tienes 24 horas para tomar tu decisión”.

Pasadas las 24 horas, el muerto de la anécdota regresa ante San Pedro con su firme decisión: ‘Me voy por la izquierda. Ahí es que hay alegría y sabrosura’.

-Ok. Serás complacido, le dice el apóstol.

Cuando nuestro personaje toma sus maletas y traspasa de nuevo la puerta de la izquierda, esta se cierra y no hay vuelta atrás; todo está negro, lúgubre y sombrío. Se escucha un ¡uuuhhhh..! indetenible, y hace mucho calor. Asombrado, el muerto pregunta: ¿Y qué pasó, que todo ha cambiado?, recibiendo por respuesta:

-“Es que ayer estábamos en campaña electoral”.

Moraleja: En campaña, todo es diferente; usando la comunicación, nos pintan las cosas como se entiende que nos gustan, pero cuando se aterriza en la realidad, en la mayoría de los casos, todo es diferente.

Es la materialización del clásico refrán de que “una cosa es con guitarra y otra es con violín”.

Los primeros que han entendido eso son los propios políticos. De ahí, tal y como expresara Roberto Izurrieta, uno de los autores del libro Estrategias de Comunicación para Gobiernos, de consulta obligada de la mayoría de los gobernantes latinoamericanos de la actualidad: “La comunicación es lo último que debe perder un líder”.

La comunicación, como herramienta para la búsqueda, alcance y mantenimiento del poder, ocupa un lugar de primer orden, tanto para la gobernabilidad que requiere el sostén del “stablishmen” como para llegar hasta ciudadanos indiferentes, los llamados ciudadanos de a pie.

Ahí es donde enteran en función, por necesidad y requerimiento de los gobernantes y/o de los que aspiran a serlo, los profesionales de la comunicación, los escribidores de mensajes, discursos, promesas y señuelos publicitarios. Los creadores de imágenes.

Lamentable es tener la obligatoriedad de reconocerlo. Pero fue el malvado genio de la propaganda nazi, el doctor Joseph Goebbels, el primer gran usuario de la comunicación como instrumento de poder.

Para concluir, oigan esta cita del profesor Cristhoper Arterton, catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Yale y del Instituto de Política de la Universidad de Harvard, autor de una docena de publicaciones sobre la materia, actualmente, decano de la Primera Escuela de Postgrado sobre política aplicada en la Universidad George Washington:

“El presidente norteamericano Teodoro Roosevelt fue conocido en América Latina por su frase: “Camina lentamente y lleva un gran garrote”.

Este gran garrote se puso en evidencia cuando Roosevelt creó Panamá como Nación para poder construir el canal.

Pero para la clase política norteamericana, Roosevelt es igualmente famoso por refreirse a la Presidencia como a “un excelente púlpito”, un sitio aventajado desde el cual se puede modelar la opinión pública.

El, entendió que los poderes formales concedidos a los funcionarios públicos no son suficientes para garantizar un Gobierno exitoso. El logro de objetivos políticos requiere a menudo algo más que dar órdenes o trabajar silenciosamente con los demás funcionarios.

La necesidad de comunicación pública continúa después de haber ganado las elecciones. Es esencial mantener una comunicación constante para llegar a la masa ciudadana, a los espectadores atentos, a los grupos activos y a los demás dignatarios públicos”, termina la cita, amén de los denominadores poderes fácyticos, agrego yo.

¿Y quienes están llamados a hacer ese trabajo de cambiar la escucha?

Nosotros, los que escribimos; nosotros, los que del contacto permanente con la gente conocemos de sus esperanzas, de sus anhelos, de sus aprehensiones, de sus resquemores, y de su falta de confianza en las promesas del liderazgo tradicional.

La comunicación es, actualmente, el principal trampolín y la mejor herramienta para la búsqueda, el alcance y el mantenimiento del poder. De ahí la importancia que se le está dando al desarrollo de esta área del pensamiento humano.

**(Exposición de Leo Hernández en la II Feria Internacional del Libro Dominicano en Orlando, Florida).

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