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Ban Ki-moon: un líder para el mundo

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CARLOS-MORALES-TRONCOSO1POR CARLOS MORALES TRONCOSO.-

Nació en medio del derramamiento de sangre de la Segunda Guerra Mundial y creció en el caos de la Guerra de Corea. Ban Ki-moon no es ajeno a los conflictos. Ban, al entrar al cuarto año de su segundo mandato como Secretario General de las Naciones Unidas, ha demostrado ser un hombre correcto, con el temperamento apropiado, para la difícil tarea de dirigir un mundo donde los conflictos parecen florecer.

Algunos de sus ocho predecesores podrán haber sido más “atrayentes” o más “citados” por los medios de comunicación, pero ninguno ha sido más eficaz en el manejo de una diplomacia paciente, pausada, que moviliza el apoyo de grupos conflictivos, y en sigilo conduce los problemas hacia sus soluciones. Algunos de sus predecesores en el cargo, han cometido el tropiezo de alienarse de naciones claves cuyo apoyo resultaba imprescindible para el trabajo. Ban, notablemente ha demostrado ser de pie firme en el camino de campos minados del mundo, incluso en su intento de desmantelarlos. Ban Ki-moon, navega entre ellos sin colocar o dejar fuera a naciones poderosas cuyo apoyo necesita para realizar un trabajo con eficacia.

Como demostró en sus inicios desde la escuela, Ban tenía no sólo el intelecto, sino también la presteza y paciencia que el éxito requiere. La pobreza y las dificultades son parte de su formación, dándole crédito a los programas de las agencias de Naciones Unidas, en proporcionar la base de su éxito.

“La educación ha moldeado mi vida y la historia de mi país”, ha escrito. “Yo crecí en una sociedad devastada por la guerra y sumido en la pobreza. Las escuelas fueron destruidas. Mis clases eran al aire libre bajo un árbol. No teníamos escritorios, sillas u otros artículos de primera necesidad. La República de Corea se encontraba de hinojos, pero la educación permitió al país levantarse nuevamente. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y otros socios internacionales, proporcionaron los libros y los materiales escolares que permitieron allanar el camino hacia la recuperación. Nunca olvidaré la esperanza que nos dio esos utensilios básicos”.

Para Ban, la búsqueda de la autonomía humana no es mera retórica. Es algo que él practica y predica ñun ejemplo: el dramático aumento en la proporción de mujeres en los niveles más altos de las Naciones Unidas. En una entrevista, Ban reconoció que él “desde que entró a la universidad estaba entre los que participaban en las manifestaciones (por derechos humanos en Corea). Inclusive desde niño en la escuela secundaria, estaba observando y analizando todo lo que estaba ocurriendo en ese momento. Eso nos pareció que era un derecho humano básico. Ahora, como Secretario General de las Naciones Unidas, quiero que los demás puedan tener las mismas oportunidades que tuve cuando la democracia fue instituida en mi país”.

Para Ban, estas no son cuestiones teóricas. Su constante tarea de dar esperanza y viajes incesantes para promover soluciones, han sido un sello distintivo de la tenencia de Ban Ki-moon. Él se ha enfrentado a las cuestiones fundamentales de nuestro tiempo mientras lidera una organización multifacética con más de 60,000 empleados. El Secretario General ha entendido que debe ser un administrador eficaz de las personas, así como un portavoz eficaz para las personas cuyas voces necesitan ser escuchadas.

Es disciplina y una búsqueda sin fin, que por lo general comienza a las 5 de la mañana y dura hasta que el Secretario General ponga sus papeles de lado, a eso de la medianoche. En el mundo, siempre hay algún líder extranjero despierto, planificando ñ el bien o el mal. La agenda de un Secretario General depende en llegar y movilizar a los líderes a los fines de enfrentar armas químicas en Siria, guerra civil en África, hambre en Asia o el aumento del nivel del mar en Oceanía.

Siempre hay críticos del Secretario General de la ONU, no importa quién sea (o en el futuro quién pueda ser). Los críticos dirán que dice demasiado o que hace muy poco.

Pero esos críticos no asumen la enorme responsabilidad del trabajo y tampoco tienen que equilibrar los intereses de competencia geográfica o prioridades sociales que el éxito requiere. Esos críticos no tienen que trabajar en las sombras de los egos enormes que conducen las grandes naciones y pequeñas. Ban Ki-moon ha frenado su propio ego en beneficio de siete mil millones de habitantes del mundo.

“Mi mandato estará marcado por los esfuerzos incesantes para construir puentes y cerrar brechas”, declaró Ban. Un Secretario General debe ser un amigo de todos, pero como Canciller de República Dominicana y en la forma que hemos enfrentado los problemas regionales, he encontrado en Ban Ki-moon, a un preciado amigo de República Dominicana.

Él fue uno de los artífices de la visita oficial que realizamos a Seúl, Corea, en junio de 2006, acompañando al presidente Leonel Fernández. Desde entonces, evidenció su entusiasmo e interés por ensanchar las relaciones con la República Dominicana. En las múltiples conversaciones que sostuvimos para coordinar la visita, siempre demostraba aprecio y deferencia por nuestra patria.

Asimismo, en mayo de 2008, en el marco de un almuerzo que ofrecimos en su honor en New York, por motivo de la conclusión de las responsabilidades de la República Dominicana con la Secretaría Pro Témpore del Grupo de Río y para compartir la preocupación que sentíamos por el alza imparable de los precios de los alimentos a escala mundial, él se mostró muy receptivo con nuestro planteamiento. Por eso encomiamos el empeño que mostró Ban para apreciar el problema, para medir su dimensión y para articular una estrategia orientada a garantizar la seguridad alimentaria mundial.

Ban Ki-moon ha demostrado ser un líder paciente y persistente. La revista Forbes ha llamado a Ban como la persona No. 32 más poderosa del mundo. Pero en el mundo de la diplomacia, es más que eso. Él es la roca sobre la cual se erigen las soluciones constructivas a los problemas del mundo.

Para ganar su primera elección como Secretario General en 2006, Ban tuvo que movilizar todos los instintos políticos que había aprendido en la vida de la diplomacia. Conseguir el apoyo del Consejo de Seguridad de 15 miembros era un obstáculo formidable que logró vencer con su habitual persistencia y paciencia en la elección ante los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas, en aquella Asamblea General de octubre.

En 2016, el mundo tendrá que elegir al sucesor de Ban. Va a ser un reto encontrar a alguien con su combinación única de talentos y temperamento. Nosotros le debemos al Secretario General una deuda enorme por su década de diplomacia eficaz y discreta. (Fuente: Listín Diario).

*El autor es ministro de Relaciones Exteriores.

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