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NACIONALES

LA MENTE FUNESTA DE UN CHÓFER DE TRANSPORTE PÚBLICO

Publicado

en

Por Dalton Herrera.-
Introduce la llave, enciende el vehículo y pisa el acelerador hasta el tope aunque el freno no funcione. Rebasa a diestra y siniestra, transita en vía contraria y que todos se alejen porque soy el dueño de la carretera.
Así piensan aunque no lo digan, de esa forma es que actúan los choferes del transporte publico de pasajeros o los llamados «padres de familia». Al parecer, son los únicos dominicanos que pagan placas y que poseen un permiso especial (otorgado por el todopoderoso empresariado del transporte) para correr temerariamente y poner en riesgo las vidas de los demás ciudadanos.
Este trabajador del volante es parte de las tantas peculiaridades que alberga República Dominicana.
La mayoría de ellos son resentidos de la sociedad. Casi todos dicen egresar de «universidades» con las mejores calificaciones e índices, pero que el desenlace de sus miserables destinos ha sido culpa de los demás ya que nunca valoraron sus «grandes dotes intelectuales».
Por las horas mañaneras siempre sintonizan a algunos programas radiales, ingieren el veneno de malas palabras que se transmiten en los mismos, y ya de inmediato se creen los más capaces porque durante todo el trayecto de la ruta no paran de repetir las mismas sandeces de los tristemente célebres «profesionales» de la palabra.
Siempre andan armados de palos, machetes y pistolas para dizque «defenderse de los delincuentes», pero no pierden oportunidad para intimidar al pasajero que reclama su derecho y que solo desea llegar en paz a su área laboral o a donde se dirija.
No es obligado llevar al pasajero a su destino si faltan los cinco pesos del pasaje. El problema radica en el trato avasallador y humillante que este le da a quien realmente le paga para que mantenga a su disfuncional familia, que en muchos casos, tienen hasta ocho y nueve hijos dentro y fuera del matrimonio.
Si andan en vehículos grandes o pesados se te tiran encima para que te muevas por instinto animal, ya que si no lo haces sería simplemente otro más en las funestas estadísticas de «accidentes de tránsito», que de accidentales no tienen nada.
Les dices que te dejen por donde puedan, pero ese «donde puedan» para estos señores es a tres esquinas. Y si le reclamas te replican que compres tu carro. Lo que deja al descubierto que el pasajero vale estiércol para ellos.
Eso sin mencionar las huelgas sorpresas, las barricadas vehiculares en las principales avenidas sin importar si transitan ambulancias o no, los salvajes ataques a carros no rotulados donde también caen como víctimas colaterales los pasajeros que, en ocasiones, le lanzan fundas llenas de mierda para que no se monten en los vehículos piratas.
En fin, un sinnúmero de vejámenes que de ser mencionados podría crearse un compendio de 10 volúmenes de críticas hacia los «dueños del país».
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