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Montás: Fue un error de la JCE mantener voto de arrastre parcial

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SANTO DOMINGO.- La resolución de la Junta Central Electoral (JCE) que mantiene el arrastre de senadores mediante el voto por los diputados en cinco provincias y el Distrito Nacional, no le ha hecho bien a la democracia de la República Dominicana, afirmó este miércoles el dirigente peledeísta Temístocles Montás.

“Estoy totalmente en desacuerdo”, con la resolución emitida el martes, expresó el aspirante presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), porque en su opinión “cada candidato debe ganar con sus propios votos”.

Consideró que fue un error de la JCE adoptar esa decisión y que perdió la oportunidad de generalizar la eliminación del arrastre, como lo hizo para 26 provincias.

“Debió haberse tomado una decisión en general que eliminara el arrastre. Que el senador se gane sus votos como se lo ganan los diputados, lo que haría muy bien al fortalecimiento de la democracia dominicana”, expresó el integrante del Comité Político del PLD.

Entrevistado en el matutino televisivo “El Despertador”, por Color Visión, Montás dijo que desde un primer momento advirtió que el voto preferencial iba a desnaturalizar la competencia política y hoy obtener hasta una candidatura a regidor es sumamente costoso.

Montás expresó que contrario a lo que sucedía anteriormente que cada partido tenía una Secretaría de Finanzas para obtener recursos y sufragar las actividades de los candidatos, lo que sucede ahora es que “cada candidato se convierte en un recaudador para pagar los gastos se su propia campaña”.

Ante la pregunta de si esa decisión de la JCE beneficia al PLD, Montás señaló que es probablemente de los pocos del partido morado que esté contrario a esa resolución, pero dijo que lo hace porque en lugar de beneficiar, perjudica la calidad de la democracia dominicana.

Unidad del PLD

Montás señaló que en el PLD hay suficientes compañeros preparados para ejercer la Presidencia de la República, pero en la medida en que el expresidente Leonel Fernández quiere volver por un cuarto período y se le abre la posibilidad al presidente Danilo Medina por un tercero, en una sociedad tan clientelar como la dominicana, se le cierran las posibilidades a nuevos liderazgos.

Dijo que la unidad en el PLD se dificulta desde abril de 2015 cuando el Comité Político decidió por mayoría llamar a una reforma constitucional para que Medina buscara la reelección, pero Fernández salió, contrario a la decisión del partido, a tratar de impedir esa reforma argumentando la defensa de la Constitución.

“A partir de ahí el PLD ha dejado de operar como esa organización que se ponía de acuerdo con el respeto de la minoría a las decisiones de la mayoría y lo que ha primado ha sido esa ambición del compañero Leonel Fernández que cuando sale del poder en el año 2012 entendía que se estaba yendo de vacaciones”, deploró Montás.

Dijo que esa actitud ha deteriorado la unidad del PLD y esa dificultad solo se resuelve si ambos líderes se ponen de acuerdo para darle paso a otro dirigente, apoyado por ellos.

El PLD dividido

“El PLD está realmente dividido, dividido, eso no lo podemos ocultar. La oficialización de esa división se va a dar en el momento en que se plantee esa iniciativa de la reelección. Si se plantea que la modificación constitucional se va a llevar al Congreso Nacional, eso automáticamente va a dividir la organización”, afirmó Montás.

Advirtió que las consecuencias de una división son difíciles de ver antes de que se materialice, pero después que suceda, “nadie sabe hasta dónde va a llegar eso, nadie”.

Citó el caso del PRD que siendo el partido mayoritario, se dividió en 1986 y eso dio paso a la emergencia del PLD como partido más grande en 1990, mientras el partido blanco cayó a un tercer lugar, al igual que en el año 2012 que el PRD obtuvo 48% de los votos con Hipólito Mejía como candidato y cuatro años después cayó a solo 5%.

Dijo que la confrontación es real y se expresa en el Congreso Nacional donde las fuerzas de Leonel y Danilo votan en forma diferente y enfrentada como parte de una lucha que no tiene carácter ideológico, sino que es “una ambición de poder”.