Cennect with us

Opiniones

LA HUMILDAD Y EL RESPETO, PERFECTA COMBINACIÓN EN LA VIDA DE UN POLÍTICO QUE BUSCA EL PODER

Publicado

en

Por el Dr. Sócrates Andújar Carbonel
(Presidente del Frente de Profesionales y Técnicos del PRSC).-

La humildad es un estado de plenitud y equilibrio que todo ser humano tiene entre lo que se es, lo que se tiene y a lo que se aspira, siendo un estado ideal de realización y bienestar y que combina una justa proporción”.

Conviene asociar la virtud de la humildad a otras virtudes políticas, especialmente, a la actitud de respeto a la ciudadanía. En la política democrática es fundamental el respeto del político, del representante, a los ciudadanos, a sus representados. En este sentido, la humildad es una muestra más de esa actitud básica de respeto.

Así lo explica Michael Ignatieff en su interesante libro Fuego y cenizas, donde cuenta su experiencia política, de la que extrae provechosas lecciones del fracaso en política. Dice Ignatieff: «Los ciudadanos saben la diferencia entre alguien que busca su aprobación y alguien que busca su respeto. No siempre tienes que ser popular para tener éxito. No necesitas gustar a tu gente, pero su respeto es esencial. Deben notar que eres una persona íntegra y que estás esforzándote por ellos».

Para Tomás Jefferson, “La humildad es la primera letra del libro de la sabiduría”. Su fuerza ayuda a que tu vida funcione en excelencia, porque te lleva a estar bien contigo mismo; te enseña a construir puentes espirituales, te alinea con el cosmos, conectándote con la prosperidad y la abundancia de bienes y de dones, ocupándote en tu transformación, evolución y crecimiento espiritual.

Es la virtud que exhiben aquellos que al margen de los logros obtenidos en la vida- no se sienten ni más importantes ni mejor que los demás. Miguel de Cervantes, en el famoso “Coloquio de los perros”, dijo: “La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea”. Desde la filosofía, Kant definió a la humildad como la virtud central de la vida, aquella que brinda una perspectiva apropiada sobre la moral.

Un pequeño grupo de políticos centrados en el poder parcial han hecho de este principio su norte y al final fracasan, sin admitir las verdaderas causas de su fracaso.

He aquí una de ellas. La humildad y la política no se llevan. Llevan actividades contradictorias. En pleno siglo XXI se ha podido demostrar que los políticos en un gran número no son, ni serán humildes. Por definición, con la excepción del Dr. Joaquín Balaguer, la gran mayoría de nuestros políticos del patio son soberbios. La vanagloria, el sentirse más, o por encima de los demás, el pensar que se es único portador de la fórmula salvadora y que desde allí se erigirá –con legitimidad- sobre los demás, es la característica esencial de la generalidad del político actual.

El político nunca se equivoca, siempre hace ponderaciones de alcance general y, desde allí, fulmina con su desprecio –o sus epítetos- a los que no piensen como él, a los que no sigan su pensamiento. Además, tienen lengua fluida y rápidamente buscarán el argumento ad-hóminem para fulminar al adversario de turno o al obstáculo del momento.

El político sabio con su ejército en caso de que se equivoque se retracta, el político soberbio jamás se retracta. El político jamás se retracta, jamás se equivoca y siempre tiene la razón. Para asegurarse de ello, siempre estará rodeado de un corifeo que le adule permanentemente y le entregue la razón sin ambages ni cortapisas, encontrando siempre en este un eco receptor a sus definiciones, elucubraciones, denostaciones y vindictas.

Por ello el verdadero líder. “Elogia en público y corrige en privado. Un líder corrige sin ofender y orienta sin humillar”. Es poseedor de el más alto grado de humildad y respeto.

Estas observaciones y conceptos son valiosas en todo tiempo, más aún en tiempo de campaña política.

Publicidad