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Opiniones

El costo de la improvisación y el aprendizaje pueden salir caros

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Por Pascual Ramírez.-

Las empresas operan bajo el criterio de obtener la máxima utilidad al menor costo posible. Nadie está dispuesto a pagar por un beneficio transitorio o duradero un precio demasiado alto que haga injustificable la adquisición de un bien.

En la vida todos nos comportamos poniendo en la balanza la relación costo-beneficio en todos los órdenes. Incluso, hasta la belleza y los placeres los sometemos a este juicio de la racionalidad. Ese cuadro, que tanto nos gusta y tantos goces estéticos nos produce, no vale la sangría que sufriría nuestra economía personal o el bienestar familiar.

El ser humano tiende a hacer comparaciones entre lo que obtendrá y lo que significa esa obtención para sus bolsillos. Esa mujer bella o ese hombre atlético no valen los daños a nuestra salud física, emocional o espiritual que nos produciría en una relación tóxica.

También, las organizaciones humanas vivas como la sociedad y las naciones se rigen por la búsqueda de lo que nos produce felicidad y bienestar, pero no a cualquier costo. Porque hay precios que nos resultan impagables desde el punto de vista de los sacrificios y de lo que estamos dispuesto a pagar para obtener algo.

Si eso lo hacemos con las cosas que nos dan sensación de agrado, con más razón no estamos dispuestos a pagar ningún precio por una mercancía mala. Así también hay políticos de mala calidad, sin ninguna capacidad ni preparación para gobernar. Son políticos que si lo ponemos en la balanza solo suman problemas.

Se trata de políticos improvisados, que careciendo de las cualidades más elementales para conducir los destinos de un país, nos saldrían muy caros por las consecuencias que tendríamos que pagar todos los dominicanos. El país entero se vería obligado a pagar el costo del aprendizaje con estos aprendices a presidente. Y a qué precios, pues a falta de capacidad, de experiencia y de escuela política, tendrían que aprender a bases de golpes y de errores muy costosos para un país crisis.

Es más, desde ya hay uno que le está saliendo muy caro, no solo a su partido sino a todo el país, pues su candidatura se sustenta en el derroche de los recursos del Estado que pagamos con nuestros impuestos y ni aun así prende. En la relación costo-beneficio para el país, el aludido candidato políticamente no vale ni un centavo. Por eso, para darle algo de valor le han puesto al lado a una exprimera dama que también está perdiendo el atractivo que pudiera tener al ser segundona de un aspirante presidencial de baja calidad, opaco, sin ningún brillo.

Dicen que las equivocaciones cuestan mucho y es verdad. Todos sabemos las penurias que padecimos cuando elegimos a un presidente que nunca sabíamos cuándo actuaba como cómico y cuando como presidente, pues hizo de algo tan serio como gobernar un puro relajo y hasta tuvimos que soportar sus burlas y chistes ofensivos como signos de su presidencia.

Tuvo que venir Leonel Fernández para rescatarnos de los infiernos en que había arrojado el país. Hoy, otra vez, Leonel tiene la igual misión de impedir que el país vuelva a caer en el caos, propiciado por manos inexpertas e improvisadas, sobre todo, en tiempos de crisis que es donde más se necesita de la sabia guía de un estadista que sabe cómo es que vamos a salir bien de esto, pues ya lo hizo y lo hizo muy bien en las crisis financiera de 2008, cuando el país creció y salió indemne de aquella tormenta económica, mientras otros países naufragaban.

La República Dominicana tiene mucho que aprender del pasado y por eso no debe errar otra vez, eligiendo un candidato de dudosa legalidad, sin ningún conocimiento de la responsabilidad que conllevaban las cosas del Estado. Hemos aprendido, que los pueblos que no aprenden de su historia están condenados a repetirla.

Igualmente, de un tonto solo pueden esperarse tonterías, y de un improvisado, improvisaciones, y el país no es un tubo de ensayo para que se pongan a inventar con él. Máxime, si se trata de un mal experimentador. Por eso, hay que ir a lo seguro, a lo probado, a lo que funciona demostradamente y todo eso tiene nombre y apellido: Leonel Fernández.

Nosotros estamos apostando a la inteligencia del pueblo dominicano, y especialmente, de las bases del PLD, que ahora tiene la oportunidad de elegir a quien eligieron de verdad en las primarias, pero que luego retorcieron su voluntad. Es el momento de reconciliarse con su líder en las urnas para así derrotar los despropósitos de los caprichos del presidente saliente Danilo Medina.

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