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Opiniones

Sí, el bullyng siempre ha existido

Publicado

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Petra Saviñón

Por Petra Saviñón.-

Ahora todo es bullyng, antes los muchachos les ponían nombres a otros, les hacían maldades y todo quedaba en eso, en cosas de muchachos. Nadie salía juyendo pal sicólogo porque el niño podría traumatizarse.

Las veces que ha sido repetida esta expresión no la convierten en verdad. Sí, siempre han existido las burlas, el maltrato entre coetáneos en la escuela, el barrio y hasta en la propia familia y siempre ha hecho daño.

Que la asunción del problema fuese distinta, que fuera dejado de lado y nunca abordado ni por los afectados, ni por los padres ni por los profesores ¿Significa que no hubo daños?

Falso. Ahora que el tema es manejado con más seriedad, aunque todavía falta carácter, gente adulta que de niña padeció esa angustiante situación muestra sus heridas, osa tocar el tema y entiende que no fue culpable de ser débil.

Esto trae de vuelta un pasado que algunos aún no rebasan y otros incluso son víctimas todavía, porque crecieron vulnerables, sin herramientas para enfrentar.

Es el trabajo de la comunidad educativa aunada a la familia crear ambientes saludables, propicios para que los seres humanos crezcan con asertividad, con plenitud, para que no sufran la mutilación de su esencia, el atropello que les obliga a reprimirse, a negarse.

El Ministerio de Educación tiene la gran oportunidad de hacer una labor tangible en centros públicos y privados que concluya en una verdadera erradicación de ese flagelo, un enfoque que los propios estudiantes extiendan hasta sus hogares y comunidades y sean multiplicadores de la sana convivencia.

Fomentar el valor del respeto a sí mismo y a los otros es cardinal para lograr resultados y esa tarea pendiente obtendrá las mejores calificaciones. Recordar, reiterar que todas las personas merecen vivir en espacios en los que fomenten sus capacidades de forma plena y no tengan que cohibirse jamás.

Por los niños de hoy y los de ayer, es hora de poner en marcha verdaderas políticas públicas que muestren que ese mal es tomado con la rectitud que amerita para ser desterrado de modo que jamás retorne.

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