Opiniones
A rajatabla: Contradicción marxista
Por Orión Mejía.-
La izquierda dominicana ha evolucionado ¿o involucionado? de manos con una pequeña burguesía que durante mucho tiempo quiso desempeñar el rol de una clase obrera en sí, en término económico, pero no para sí en lo político, un tipo de relación durante la cual ese sector social inoculó sus vicios a los trabajadores.
La expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, de hace 64 años, estuvo integrada mayoritariamente por jóvenes clase media, que albergaron el propósito de derrocar a la tiranía de Trujillo, pero embriagados con el ideal de instaurar aquí un régimen sustentado en libertad y justicia social.
Tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Bosch, en 1963, emergió otra camada revolucionaria, con liderazgo proveniente principalmente de la alta pequeña burguesía, que empuñó el mismo proyecto de liberar al pueblo dominicano de toda forma de tiranía política, social o economía.
La Revolución de Abril fue una empresa política y militar de la clase media, aunque en esa revuelta hubo mucha influencia de partidos de izquierda, la mayoría dirigidos por pequeños burgueses de familias relativamente acomodadas y de obreros con conciencia política y social.
El liderazgo de la izquierda forjada después del derrocamiento de Bosch, proviene de la misma cepa de los expedicionarios de la Raza Inmortal, caracterizado por su intachable conducta ética y su vocación al martirologio en procura del ideal de libertad y justicia.
El cuadro descrito parece contradecir el axioma marxista según el cual de las condiciones materiales de existencia se deriva la superestructura jurídico-política, lo que quiere decir que no sería posible que en un entorno atrasado como el dominicano de los años 60s produjera un movimiento revolucionario, avanzado como el que representaron esos jóvenes.
El Producto Interno Bruto (PIB) no sobrepasaba en 1965 los US$ cinco mil millones, comparado con US$114 mil, del 2023, lo que parece contrariar ese aforismo marxista, porque tan desbordante crecimiento económico no refleja el surgimiento de una clase obrera para sí, ni de una burguesía gobernante, pero tampoco de un liderazgo político de mayor conciencia clasista o moral.
Desde la Revolución de Abril, la burguesía experimenta notable crecimiento, con creación de parques industriales y fortalecimiento de consorcios empresariales, en una economía que ha hecho el crossover desde el modelo agropecuario a los servicios, pero el sector oligárquico no ha disminuido su poder de control sobre el Estado, gobierno y el tejido social.
A pesar de su fortaleza y crecimiento, la burguesía dominicana aún sigue a la zaga de un añejo frente oligárquico que marca el camino en los ámbitos económicos y políticos a través de su innegable control de los poderes públicos.
La izquierda dominicana sigue en manos de un liderazgo proveniente básicamente de una pequeña burguesía enferma de vicios ancestrales como individualismo, sectarismo, arribismo y oportunismo, con los que ha contagiado al movimiento sindical y a la clase obrera.
Lo peor de esa izquierda delirante se expresa en el desenfreno y afán de muchos de sus líderes de parecerse y actuar como si fueran burgueses, pero no en el trabajo productivo, sino en las bondades materiales que ofrece esa innovadora clase social.