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El ejemplo del huracán David: comenzó como una simple tormenta tropical y destrozó el país

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Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta.-

Aunque se perfila como una tormenta tropical normal, los dominicanos y demás ciudadanos de los países del Caribe debemos estar atentos a los posibles cambios en la estructura de la masa incidental en la formación de huracanes.

La Oficina Nacional de Meteorología (Onamet), conjuntamente con el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), dio a conocer sobre las posibles incidencias en territorio dominicano para las próximas horas, de la ya declarada tormenta tropical Franklin, que podría incidir negativamente sobre el país este martes, aunque a partir de hoy algunos campos nubosos provocarán aguaceros hacia el este de República Dominicana.

Gloria Ceballos, directora del Onamet, comunicó que hasta el momento, la tormenta mantiene una velocidad de 75 kilómetros por hora con posibilidades de incrementos, producirá fuertes chubascos, oleajes anormales, tormentas eléctricas y ráfagas de vientos sobre el litoral costero Caribeño y la Cordillera Central. Esta tormenta, estará provocando acumulados de lluvia “muy significativos” sobre el territorio nacional, en especial en todo el litoral caribeño, es decir La Altagracia, La Romana, San Pedro de Macorís, el Gran Santo Domingo, San Cristóbal, Azua, Peravia, Ocoa, Barahona y Pedernales.

Se encuentran bajo alerta las provincias de Santo Domingo, el Distrito Nacional, San Cristóbal, Peravia, Barahona, San Juan, Independencia, Elías Piña, San Pedro de Macorís, La Romana, están en alerta amarilla. San José de Ocoa, Monte Plata, Pedernales, Azua, Bahoruco y la Altagracia están en alerta amarilla.

Así quedó el Malecón de Santo Domingo, tras el paso del huracán David en 1979.

Recién hablábamos acerca de los daños ocasionados por el huracán San Zenón, que desoló la ciudad de Santo Domingo, precisamente en los tiempos de apogeo de la construcción de una Ciudad Nueva, en el albor de los sistemas modernos de la construcción de ciudades, casi todos heredados de la gran urbe que nos formó en la visión del urbanismo moderno, como lo fue Nueva York. Y recordamos íntegramente, las vicisitudes y peripecias de los dominicanos al afrontar el enorme huracán David (huracán es el nombre dado de origenMaya, y en realidad proviene de la palabra «Hurican», que designa al dios del mal de los vientos y de las lluvias en demasías, para los habitantes de la zona del mar Caribe, nombre también asumido como tal por los Taínos, de los cuales muchos no descendemos, pero guardamos similitudes en nuestro ácido desoxirribonucleico, o ADN, una combinación química que determina nuestra genealogía e identificación real) un fenómeno atmosférico de categoría 5, catalogado como uno de los más desastrosos de los últimos siglos, quien dejó a su paso por la isla de Duarte, más de dos mil muertos de manera directa y más de tres mil fallecidos por causas indirectamente relacionados con el mismo, lo que también marcó un descenso en la calidad de vida del dominicano de bajos ingresos a finales del año 1979.

Ya decíamos en un artículo de opinión publicado en varios medios que cuando el 3 de septiembre de 1930, en las postrimerías de los gobiernos que se sucedían día a día debido a las múltiples conspiraciones contra la seguridad del Estado, ya entrando en vigor la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo Molina, penetró a nuestra isla el temible ciclón San Zenón, de Categoría 4, arrasando cuanto encontraba a su paso, una ciudad como la de Santo Domingo de aquellos tiempos, cuando las ciudades de Sudamérica y los Estados Unidos se desarrollaban vertiginosamente, utilizando en sus construcciones material de resistencia, como bloques de cemento y ladrillos; nuestra capital aún no despertaba y, la ciudad de aquellos tiempos, se asemejaba al Puerto Príncipe de siempre, compuesta por barrios periféricos con casas de adobe y de cartones.

Una realidad que la misma época lo declaró irrefutable, fue que el ciclón (huracán) San Zenón arrasó aquellos vecindarios fue más por su pobreza que por la categoría del fenómeno meteorológico. Esto, trajo como consecuencia el avituallamiento político de un régimen que nacía emergiendo de entre los escombros. Allí, los “portentosos” se enriquecieron aun mas, con las compras de materiales de construcción adquiridas en Venezuela, Colombia, Cuba y otras naciones del ámbito caribeño, sustentados en el poder político y militar, cuya historia ampliamente conocemos los dominicanos a pesar del encubrimiento que hacen algunos medios de comunicación e historiadores”.

DEBEMOS RECORDAR LO QUE SUCEDIÓ CON SAN ZENON Y DAVID

Fue muy triste el momento en que, aún joven, vimos a los presos de la Cárcel de Refei, a orillas del antes caudaloso Rio Yaque del Norte, en el municipio Santiago de los Caballeros, subir al techo del edificio penitenciario y ser rescatados por helicópteros de las Fuerzas Aéreas Dominicanas de entonces. Otros no corrieron la misma suerte y naufragaron en las oscuras aguas del Yaque, lleno de palos, arenas, basuras y cuerpos inertes humanos y animales. Era un verdadero acabose.

Lamentablemente, muchas de las personas que habitamos las áreas rurales de la República Dominicana y las demás naciones del Caribe insular, no acostumbramos a acatar las disposiciones de carácter obligatorias cuando se decretan oficialmente las medidas a tomar los organismos de socorro y las familias pasibles de ser afectadas por el fenómeno atmosférico, lo que provoca una indeterminada cantidad de víctimas de diferentes formas, como muertos, heridos, destrucciones de infraestructuras y todo eso conlleva a la creación de nuevas deudas del Estado con organismos internacionales, que muchas veces son depredadoras del erario público.

Debemos seguir atentos los boletines emitidos por las autoridades competentes, a fin de resguardar nuestro patrimonio familiar, como son el cuidado de nuestros abuelos, niñas y niños y adolescentes, mujeres embarazadas, ubicando los lugares propensos a caerse por la fuerza de los vientos, acumular reserva alimenticia, velas, bombillos de emergencia, agua, y, pasado el huracán, unirnos a las brigadas comunitarias para la limpieza de las vías terrestres, cañadas, patios y restablecer a como dé lugar las hortalizas y arboles que hemos sembrado en aras de la consecución de un país estable, hermoso; la Republica Dominicana nos espera y aquí estamos siempre para servirle.

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