Opiniones
Reconceptualización ideológica macroeconómica de RD: como alternativa al Proyecto de Modernización Fiscal

Por Milton Olivo (*)
Ante la retirada presidencial de la propuesta de modernización fiscal en República Dominicana, surge la urgente necesidad de repensar en alternativas ideológicas que impulsen la RD hacia un desarrollo económico sostenible y autosuficiente sin endeudamiento externo.
El debate entre continuar con el modelo neoliberal vigente o explorar alternativas más eficientes debe ocupar un lugar central en las discusiones sobre el futuro del país.
El actual modelo neoliberal ha privilegiado la apertura económica, con la liberalización del comercio, la atracción de inversiones extranjeras, la concentración de las riqueza y un fuerte enfoque en el sector de servicios, especialmente el turismo y las zonas francas.
Sin embargo, este enfoque ha dejado sin desarrollar un importante eslabón de la cadena productiva: la industria nacional, el agro y la agro industrialización del sector agropecuario. Como resultado, el país ha saltado de una economía agrícola primaria a una de servicios, sin haber explotado completamente su potencial industrial. En otras palabras, exportando cacao, en vez de exportar chocolate.
Hoy, enfrentamos el desafío de altos niveles de endeudamiento externo y una balanza comercial fuertemente dependiente de las importaciones, lo que deja a la economía vulnerable a las fluctuaciones del mercado global.
Ante este panorama, es necesario reconsiderar el modelo más exitoso que ha tenido el país en términos de desarrollo industrial: el modelo macroeconómico aplicado durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, con el uso de importantes recursos públicos, a la creación de decenas de industrias y la sustitución de importaciones.
Aunque las circunstancias políticas y sociales de esa época son inaceptables, no se puede negar que la estrategia económica, basada en la sustitución de importaciones y la utilización de los recursos públicos para el desarrollo de industrias locales, generó un crecimiento industrial considerable y redujo la dependencia externa.
Hoy, este enfoque podría ser una alternativa viable al endeudamiento externo y la excesiva dependencia de las importaciones. Es imperativo que el país desarrolle una política económica que priorice la inversión en sectores productivos clave, tanto en industrias tradicionales como en sectores tecnológicos de vanguardia, como la mecatrónica, nanotecnología, microelectrónica e inteligencia artificial.
República Dominicana cuenta con un capital humano capacitado, pero sin el apoyo necesario para incubar empresas tecnológicas, empujando a muchos de nuestros talentos a optar por emigrar en busca de mejores oportunidades.
Una agresiva política de sustitución de importaciones y promoción de exportaciones, junto con el desarrollo de nuevas industrias, podría ser la clave para crear empleo de calidad, dinamizar nuestra economía, sustituir importaciones, multiplicar las exportaciones, y la generación de divisas.
El caso de la industria agroindustrial es un ejemplo claro de este potencial sin explotar. Si el país se propusiera desarrollar un tejido de agroindustrias municipales, que absorban la producción agrícola local para convertirla en productos no perecederos con potencial exportables, no solo incentivaría el incremento de áreas productivas, se generarían empleos en el campo y la ciudad, sino que también se incrementarían las exportaciones, fortaleciendo la captación de divisas.
Este enfoque permitiría a las comunidades locales convertirse en accionistas propietarios de estas agroindustrias, convirtiendo en acciones el costo de la inversión y vendiéndose a interesados, incentivando la producción agrícola y fomentando un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible.
La cadena productiva se extendería con la multiplicación en la creación de empresas; de mecanización agrícola, pasando por el transporte y embalaje, hasta la exportación de productos con valor agregado, multiplicando así los empleos, oportunidades y captación de divisas.
Un aspecto crucial de esta reconceptualización es la eliminación de las subvenciones a sectores productivos poderosos que actualmente acaparan importantes recursos públicos.
En lugar de concentrar la riqueza en unos pocos, los recursos del Estado deben enfocarse en masificar las oportunidades económicas. Y un grave ejemplo de lo que no debió hacerse, fue lo sucedido con las tierras del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), donde 4 millones de tareas de tierra, que podrían haber beneficiado a miles de familias dominicanas, repartiéndose de 200 tareas por familias, terminaron quedándose la mayor parte, bajo el control de los pocos que más tienen. Donde 20 mil familias pudieron terminar convertidos en productores de caña para venderle a los ingenios establecidos.
(*) El autor es activista por una Quisqueya Potencia.
