Opiniones
Manifiesto del futuro dominicano: De la subordinación al dominio

Por Milton Olivo (*)
Después de 180 años de haber proclamado nuestra independencia, bajo la sombra de un modelo constitucional centralizado en el Poder Ejecutivo y representativo, y observando la situación del presente, la invasión de que somos víctimas, y el nivel de miseria, subdesarrollo, desempleo y concentración de la riqueza existente, lo que no se corresponden, con una nación cristiana, heroica y generosa, impulsando a los ciudadanos que amamos la patria, a inclinar nuestro corazón en explorar opciones para una transformación de nuestra sociedad con el norte de convertirla en una sociedad poderosa, desarrollada y que garantice el bienestar de nuestro pueblo. En fin, convertirla en una Quisqueya potencia.
La proyección de incremento de la población nuestra y la de Haití, de seguir los niveles actuales, en 50 años, con los niveles de deforestación creciente que ejecutan, harán insostenible la vida en la isla, por lo que, por las generaciones presentes y futuras, estamos obligados a asumir el problema haitiano con valentía y determinación. Teniendo claro que ese territorio nos pertenece. Que debemos ponerlo bajo control, repatriar su población que nos invade, establecer un rígido control de la población, redistribuir las tierras para que su población pueda evolucionar apaciblemente cubriendo sus necesidades, de aquel lado. Conscientes de que si no lo hacemos nosotros, solo sufriremos la consecuencia de su anarquía y el mundo seguirá con su indiferencia.
El modelo constitucional actual, debe ser transformado; impulsando los cambios necesarios para pasar a ser una sociedad regida por un sistema participativo, y descentralizado, estableciendo las siguientes medidas: estableciendo el sistema de jurados en la justicia, para que sean los ciudadanos quienes determinen la inocencia o culpabilidad de los imputados, que los jueces sean de por vida e inamovible, salvo falta en el desempeño de sus funciones. Y que el Consejo Nacional de la Magistratura, esté formado por los rectores universitarios.
Que los gobernadores provinciales sean electos por los ciudadanos de sus provincias. Que la partida de inversión del Presupuesto Nacional el 50% se divida entre las provincias en proporción a sus habitantes, y pase a ser el presupuesto provincial. Que cada provincia organice sus ministerios provinciales y sus propios planes de desarrollo. Y que todos los regidores municipales de la provincia, pasen a ser el poder legislativo municipal honorario. Y que los actuales ministerios se conviertan en ministerios de investigación, desarrollo e innovación, y asesores de los ministerios provinciales.
En lo económico, que la prioridad en la inversión de los recursos públicos, sea el desarrollo de los diversos sectores económicos potenciales: impulsar la industrialización del sector agropecuario, con la construcción de un tejido de agroindustrias municipales, para estar en capacidad de convertir en productos no perecederos y con potencial exportables nuestros excedentes agropecuarios, cuyo inversión se convierta en acciones y sean vendida a la población local o internacional, creando las condiciones para incentivar la siembra de todas nuestras áreas cultivables, e incrementar la producción, las exportaciones y la captación de divisas.
Desarrollo del sector pesquero, para aprovechar un mercado global de más de 1300 millones de dólares anual; desarrollando la pesca industrial, la maricultura, la acuicultura y su industrialización. Al tiempo que impulsamos una industria naval para fabricar barcos, y demás equipos navales.
Impulsar y apoyar nuestros emprendedores y captar inversiones extranjeras para el desarrollo de proyectos e industrias post industriales, como; biotecnología, microelectrónica, nanotecnología, robótica, inteligencia artificial, etc.
Retomar el modelo trujillista de desarrollo, impulsando la creación de las industrias necesarias para reducir las importaciones, al tiempo que rescatamos los terrenos y relanzamos la industria azucarera, y la combinamos para producir energía, y productos químicos derivados de la caña de azúcar.
Impulsar la Bioeconomía, para reducir la dependencia de combustibles fósiles, limitar la sobreexplotación de recursos naturales básicos, mejorar el medioambiente y mitigar el cambio climático, al tiempo que avanzamos hacia una economía y un desarrollo económico sostenible. Construyendo biorrefinerías, que usan los residuos sólidos urbanos como materia prima, generando energía, productos químicos y combustibles. El cultivo de algas marinas sirve para crear productos cosméticos o alimentos y utilizarse como bioestimulantes. La recolección de aceite, reutilizado para la generación de biocombustibles y demás.
Impulsar una industria de la defensa, para estar en capacidad de producir los equipos de la guerra moderna, como; drones, misiles, artillería, etc. Que garanticen nuestra soberanía y el interés nacional. Al tiempo que se convierten en productos con potencial de exportación.
Reeducar en valores Cristianos y Trinitarios nuestra población. Maximizar la inversión en educación e investigación para subir la República Dominicana al tren de la investigación, desarrollo e innovación global. Y por sobre todo, redistribuir las tierras públicas, para beneficiar la mayor cantidad posible de familias. Al igual que las áreas de los parques nacionales, para entregar 100 tareas por familias, para enfocarlos con apoyo del Banco Agrícola, en área de producción de frutales para suplir nuestras agroindustrias, al tiempo que serían reforestados.
Descentralizar nuestra policía nacional y convertirla en policías municipales, para junto con la transformación del sistema judicial con el establecimiento del sistema de jurados, asegurarnos establecer el imperio de la ley en el país. Único sendero de reorientar el futuro hacia el progreso y el desarrollo, camino que nos permitirá hacer realidad nuestra meta de una QUISQUEYA POTENCIA.
(*) El autor es activista por una Quisqueya Potencia.
