Opiniones
La burla como mecanismo de defensa

Por Petra Saviñón.-
El anciano mueve las piernas inquieto, como a juego con el brazo en el que sostiene el bastón –No puedo estar tranquilo- confiesa sin que nadie le preguntara. Tal vez era su grito de auxilio a oídos perversos.
–Hiperactividad llaman a lo que tengo-continúa para ampliar más su explicación o su pedido de ayuda a una masa centrada en lo suyo y presta a lastimar, como hemos normalizado. De repente caminó a prisa hasta otro vagón del metro, hacerlo y empezar las críticas mordaces, crueles, fue unísono.
-Dizque quiere salir en vuelo como un murciélago-la mujer gruesa hace el comentario y estalla en grosera carcajada-Ese si pasa algo es el primero que ta con miedo. Esa gente así no resuelve-afirma su vecino de asiento.
Las burlas y las deducciones sobre el comportamiento del hombre siguen a raudales, discusiones entre que es un ladrón, o que Satanás lo posee y como una señora predicaba en ese momento, pues reaccionaba afectado.
Intervine para aclarar que la hiperactividad es un trastorno y que por tanto, no es motivo de risas ni de expresiones de rechazo. Casi todas las personas que habían lanzado sus dardos envenenados callan y ponen cara de arrepentimiento… casi.
Porque la mujer gruesa, airada y muy convencida me dice que si no quería burlarme, no lo hiciera pero que ese era su derecho. Nunca había oído tanto absurdo salir de una sola boca.
-Me parece insano y más contra una persona enferma. De todos modos, tenga buenos días- Ya había llegado a mi parada y cuando me dispongo a bajar, me sugiere ir al destacamento a querellarme- Porque todo el mundo ríe de todos y a mi misma me relajan por gorda-
Qué lástima tan grande, no del ciudadano vejado, de la mujer que acaba de mostrar su pobreza de espíritu y evidencia que su comportamiento estaría ligado al maltrato recibido y por eso reacciona de forma igual. O sea, da lo que recibe.
Cuántas almas con heridas abiertas, cuya infección salpica a los que las rodean, cuánta falta de amor propio reflejado en el maltrato al prójimo, tal vez como barrera para no ser víctimas. Penoso.
