Opiniones
El problema del PRM

Por Danilo Cruz Pichardo
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Durante gran parte del siglo XX, en los países latinoamericanos, se tuvo la idea que un candidato presidencial debía ser un personaje sobresaliente, con liderazgo en su población y tesis políticas definidas. Prevalecían dictaduras militaristas, solo algunos países tenían democracia temporal e inestable, pero brillaron ideólogos como Victor Raúl Haya de la Torre, creador del Partido Aprista Peruano, que abogó por la unidad de los países del continente contra el imperialismo, y, en menor medida, Rómulo Betancourt, el venezolano que escribió sobre la democracia, la justicia social y la soberanía nacional y que, desde el poder político, solo reconocía regímenes que eran el resultado de la voluntad expresada en las urnas.
Juan Bosch regresó del exilio para participar en la contienda comicial de 1962 en nuestro país. Pero se trataba del líder del PRD, el primero en enseñar a los dominicanos el concepto de “Estado”, a través de sus charlas radiofónicas, que inició un experimento de democracia y ofertó una constitución de verdaderos derechos y libertades. Las ideas de Bosch afectaban privilegios históricos de sectores de poder y solo pudo permanecer siete meses en el Gobierno, aunque su fuerte liderazgo gravitó en el escenario hasta la hora de su muerte,en 2001.
Del mismo PRD surgió un astro político. Me refiero al doctor Peña Gómez, carismático, orador, con memoria de elefante e inteligente en extremo, entendiendo por inteligencia a la capacidad de razonar, crear y dar resolución a problemas. Efectivamente: resolvía tantos problemas en el PRD que lo tildaron “apaga fuego”. Y en los años 70, pese a que se tenía como un imposible desalojar del poder a Balaguer, ese líder diseñó la estrategia para acabar con el terror político e instaurar la democracia. Pocos reconocen su grandeza.
Sin embargo, de todos los líderes políticos del continente, elegiría a Pepe Mujica como número uno. Tuvo capacidad de adaptación a épocas y circunstancias, pero sobre todo este gran pensador (que hablaba como si estuviera leyendo, sin tener un papelito en las manos) dejó el legado de la humildad y de que se puede ser político sin robar y fue austero y sobrio. Nunca se dejó arropar de soberbia ni de vanidad. Posiblemente Haya de la Torre, Rómulo Betancourt, Juan Bosch, Peña Gómez y Pepe Mujica, sean líderes irrepetibles, porque se desarrollaron en tiempos y circunstancias muy desfavorables, comparadas con las de hoy día en los países de la región.
Pero ¿Cómo es posible que alguien anuncie aspiración presidencial sin que se reúnan 200 personas y decidan apoyarlo y promoverlo por sus cualidades de estadista y sus virtudes evidentes? ¿cómo es posible que una serie de jóvenes funcionarios del gobierno del PRM se lancen a la Presidencia sin detenerse a estudiar los problemas de la República Dominicana, en términos económico, político y social? Es la razón por la que no plantean nada. Si alguno de los denominados presidenciable ha formulado algún planteamiento, con humildad le pido disculpa, pero la verdad es que no conozco propuestas.
Se trata regularmente de jóvenes que ostentan cargos relevantes y –por capricho y vanidad, sin empatía ni sensibilidad social con segmentos vulnerables– les surge la idea de lanzarse de la cima del árbol, pues piensan que es lo único que les falta.
El poder embriaga. Y cuando un muchacho flota en dinero, tiene un círculo que le susurra cosas al oído y se las cree, empleadas que se le brindan para ascender de puesto y, además, espalderos que lo protegen no sé de quién, es lógico que los humos puedan dispararse. Aunque todos apelan a un derecho constitucional, de elegir y ser elegible, la verdad es que la población a ninguno, casi a ninguno, se lo imagina presidente. Ese es un problema que tiene el PRM. Sin embargo, es prematuro, podrían surgir otras opciones que muestren luces y competencia de estadista y el partido gubernamental logre plantear una propuesta electoral atractiva.
