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Opiniones

La gente vota por el que le gusta, no por propuestas

Publicado

en

Por Leonardo Gil
(Consultor en Comunicación Política y de Gobierno)

NUEVA YORK.- En el ideal democrático, los ciudadanos estudian las propuestas, comparan planes de gobierno y votan racionalmente por quien tiene la mejor hoja de ruta para resolver los problemas del país. Pero en la realidad de una campaña electoral y sobre todo en el terreno emocional de la política local la lógica funciona distinto: la gente vota por quien le gusta, no por quien presenta las mejores propuestas.

Este fenómeno no es nuevo, pero a menudo es subestimado por candidatos, asesores y partidos que creen que con un folleto lleno de ideas basta para conquistar el corazón del votante. La verdad es que las elecciones se ganan más con conexión que con contenido, más con emociones que con estadísticas.

El votante común no se lee los programas de gobierno. No compara presupuestos ni memoriza porcentajes. En cambio, observa al candidato, lo escucha, lo evalúa emocionalmente: ¿me inspira confianza? ¿me cae bien? ¿parece alguien como yo? ¿lo veo capaz? ¿me representa?

Es ahí donde entra en juego lo que muchos asesores llaman “el voto sensorial”. La gente vota por lo que percibe, por lo que siente, por cómo le hace sentir un candidato. Si se ve honesto, si habla sencillo, si sonríe, si da la impresión de que escucha, si parece firme pero humano. Esos detalles pesan más que cualquier propuesta de ley, una mega construccion o un plan de asfaltado.

Esto no significa que las propuestas no importen. Importan, pero no como los técnicos creen. Las propuestas son útiles como justificación post-emocional: una vez me gusta alguien, busco razones para convencerme de que votar por él o ella es una buena decisión. El votante rara vez parte de la propuesta hacia el candidato; más bien elige al candidato que le gusta, y después cree en su propuesta.

En campañas locales esto se intensifica. La cercanía hace que el trato, la presencia en la comunidad, el saludo en la calle, tengan más peso que los programas de gobierno. A veces un apretón de manos sincero vale más que una conferencia de prensa. Por eso, el candidato que se encierra a elaborar documentos técnicos, pero no sale al barrio ni construye una imagen cercana, está perdiendo la verdadera batalla.

A pesar de IA, de los algoritmos, y de las redes sociales, la política, al final, es humana. Las campañas exitosas son aquellas que logran conectar emocionalmente con el votante, que construyen empatía, simpatía y credibilidad. La gente no vota por ideas frías. Vota por personas que le agradan, le inspiran y le generan confianza. Eso, más que mil promesas, es lo que decide una elección.