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Opiniones

El decir de Freddy Ginebra

Publicado

en

POR J. LUIS ROJAS
([email protected])

En cualquier parte del mundo, las universidades son instituciones creíbles, actualizadas e influyentes. Dicho en pocas palabras, son motores del conocimiento y del cambio. Sus funciones estratégicas van mucho más allá del aprendizaje y la transmisión de conocimientos.

El rol sustancial de las universidades no puede limitarse simplemente a la entrega de cientos de diplomas a estudiantes que estudiaron diferentes carreras profesionales, los que posteriormente confrontan dificultades para insertarse al mercado laboral.

En el ámbito dominicano, la mayoría de las instituciones de educación superior concentran sus esfuerzos solo en la docencia, obviando funciones de alto valor agregado, tales como la investigación y desarrollo, así como la extensión y responsabilidad social. Las universidades dominicanas se autoexcluyen de los debates públicos de interés nacional. Sus respectivas propuestas curriculares no contribuyen a crear profesionales con pensamiento crítico. Los hallazgos provenientes de sus limitadas investigaciones no generan cambios de alto impacto en áreas estratégicas para el desarrollo de la sociedad dominicana. Las academias de RD actúan más como empresas lucrativas, que como entidades comprometidas con el desarrollo integral y sostenible.

Se supone que las universidades tienen la misión de formar a los ciudadanos para que desempeñen roles claves en las distintas áreas del conocimiento. Además, deberían contar con los recursos que les permitan desarrollar entre sus egresados el pensamiento analítico, capacidad creativa y habilidad para la resolución de problemas.

En fin, la sociedad espera que las instituciones de educación superior sean centros de innovación donde se produzcan descubrimientos científicos y tecnológicos. Sin lugar a duda, la investigación universitaria impulsa el progreso y contribuye a establecer un estado de bienestar socioeconómico colectivo estable.

Enseñar a las personas a tomar buenas y sanas decisiones, a ejercer la solidaridad de manera continua, así como a vivir con propósitos, deberían ser algunas de las tareas esenciales que lleven a cabo las universidades. Es decir, ayudar al ser humano a decidir la vida desde la perspectiva de la alegría y el amor, tal y como expresó el señor Freddy Ginebra Giudicelli, en el marco de la Septuagésima Graduación del INTEC.

Por la profundidad y el sentido de oportunidad del discurso que compartió el señor Ginebra, frente a los 911 graduandos intecianos, se muestran a continuación algunos fragmentos de las motivadoras y vibrantes palabras del orador invitado (Freddy Ginebra Giudicelli):   

“Los miro con sus Bandas Académicas, con sus rostros radiantes, y veo mucho más que un grupo de egresados de Intec, veo historias, veo luchas internas que nadie más conoce, veo triunfos que solo ustedes saben cuánto costaron, veo futuro en sus ojos, y eso, créanme, me emociona profundamente.

La educación que han recibido en INTEC, va mucho más allá de los salones de clase

Es una forma de mirar el mundo con sentido crítico, es una ética de trabajo, es una visión de futuro y sobre todo, es un compromiso con ustedes mismos, con su país y con un mundo que necesita desesperadamente gente buena, gente valiente, y con propósito

Nuestro país no solo necesita profesionales brillantes, necesita seres humanos comprometidos, solidarios y dispuestos a marcar la diferencia. Sean los líderes que este país necesita, sean la chispa de cambio en sus entornos. Nunca subestimen el poder de su voz, de su influencia, de su capacidad para transformar la realidad en que viven.

Tienen el poder de hacer de este país un lugar más justo, más innovador, más humano. No esperen a que alguien lo haga por ustedes, ni tampoco el momento perfecto. Háganlo ahora, sean el cambio que desean ver, no duden de ustedes. Si han llegado hasta aquí, es porque tienen lo necesario para enfrentar cualquier reto.

Ustedes tienen el conocimiento, tienen la energía, las herramientas, tienen el privilegio de haberse preparado. No lo guarden para ustedes, compártanlo, multipliquen lo aprendido, transformen vidas con lo que saben, porque al final eso es lo que da sentido a todo, usar lo que hemos recibido para dar, para servir, para construir un mundo mejor.

Elijan la alegría, elijan la honestidad, elijan la creatividad y elijan siempre caminar con el corazón despierto y las ansias de aprender siempre, de decidir la vida, la vida no se decide sola. Aquel que quiere lograr algo en este tránsito, debe reflexionar sobre lo que espera, debe trazar su estrategia, y debe perseguir su sueño, sin cansarse.

Decidir la vida es aprender a decir no muchas veces a las tentaciones que nos apartan del camino.

Decidir la vida es, si nos desviamos por cualquier motivo, no achacar nuestra mala suerte al otro o a aquello que nos ha desviado sino tomar fuerzas y retomar el camino.

Decidir la vida es aprender de los fracasos para no volver a cometerlos y sin desanimarnos continuar hacia la meta. Les confieso que he aprendido más de los fracasos que de los aplausos.

Decidir la vida es saber que ni el pasado ni el futuro existen, solo este el presente en que trabajas duramente para conseguir lo que te has propuesto.

Decidir la vida es amar lo que haces. Quien no ama lo que hace no puede lograr absolutamente nada y si lo que hacemos es algo de lo cual no podemos escapar, aprendamos a amarlo para que la alegría no desaparezca en nuestra cotidianidad.

La vida es dura, pero ya eso ustedes lo saben. Aprendamos a vivirla con alegría, con entusiasmo, con amor.  Ustedes enfrentan muchos retos, muchas adversidades, momentos difíciles, eso es parte del paquete, pero si sabes manejarte pasarás por encima de esos retos y te harás más fuerte.

Decidir la vida es mantener tus principios éticos y morales en este mundo que, por momentos, se desmorona y donde nos confunden los mensajes haciéndonos creer que el nuevo código del universo son los egoísmos, las mentiras, la falta de escrúpulos, la deslealtad, la deshonestidad.

Y nunca olviden, la felicidad no está al final del camino, está en la forma en que lo recorren. Está en elegir con el alma, en servir con amor, en mirar a los otros con compasión y eso, queridos profesionales, es lo que realmente los hace grandes…”

Como se observa, en cada una de las palabras pronunciadas por el señor Freddy Ginebra, quien en su discurso como orador invitado de la septuagésima graduación del INTEC, celebrada el sábado 25 de abril de 2025, en el Centro de Convenciones de Sans Soucí, describe las competencias duras y blandas que las universidades deberían desarrollar en sus egresados, buscando con ello que sean verdaderos agentes de cambios profundos y sostenibles. En el discurso de Ginebra subyace el anhelo de que las universidades dominicanas sean entidades capaces de influenciar y formar a sus egresados para que sean los líderes que impulsen los cambios y transformaciones que requiere la sociedad dominicana actual. Las academias no pueden actuar como si fuesen instituciones extractivas. Más bien, deberían pensar, decidir y comportarse como entidades impulsoras.