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TRIUNFO DE BOSCH EN 1962

Por Sebastián del Pilar Sánchez.-

Después de 31 años de férrea dictadura trujillista y un breve período de transición democrática, la República Dominicana expresó su voluntad de instalar un Estado de Derecho en la contienda electoral del 20 de diciembre de 1962, que dio el triunfo al profesor Juan Emilio Bosch y Gaviño, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con 628 mil 44 votos sobre su oponente de la Unión Cívica Nacional (UCN), doctor Viriato Alberto Fiallo Rodríguez que obtuvo 317 mil 327.

En este evento el líder del partido blanco pasó a ser el primer gobernante dominicano surgido de elecciones libres desde el 15 de marzo de 1924, cuando el caudillo mocano del Partido Nacional, Felipe Horacio Vásquez Lajara derrotó al abogado puertoplateño Francisco José Peynado Huttlinger, quien encabezó la denominada Coalición Patriótica de Ciudadanos que cobijó a los remanentes liberales del Partido Azul, a los seguidores del expresidente Juan Isidro Jimenes Pereyra, quien falleció el 9 de mayo de 1919 y a muchos independientes solidarizados con quien había concertado por la vía diplomática -el 30 de junio de 1922- el fin de la intervención militar de Estados Unidos en suelo patrio, convirtiéndose en prócer de la Tercera República.

La victoria de Bosch con el 58.72 por ciento de los votos, constituyó una clara demostración de su popularidad, gracias a su personalidad carismática y a la formidable maquinaria electoral de un partido organizado en comités municipales y zonales, así como en subcomités barriales, estructurados en todo el territorio nacional dispuestos por su estratega, secretario general y luego presidente, don Ángel Emilio Miolán Reynoso.

Juan Bosch

Un informe sobre los resultados electorales, enviado el 15 de enero de 1963 al canciller venezolano Marcos Falcón Briceño, por el encargado de Negocios de su embajada en el país, Rafael A. León Morales, daba cuenta de que: “las elecciones fueron libres, puras y honestas” y que “Desde el mismo momento en que se iniciaron los escrutinios se vio claramente que el triunfo de Juan Bosch era no sólo seguro, sino arrollador”; apuntando casi enseguida que éste fue “el único que no se mostró satisfecho de la pureza de los escrutinios y lanzó acusaciones de fraude”.

Este expediente subrayaba que para muchos observadores la supremacía del PRD se debía -además de su indiscutible fortaleza orgánica- a que, con mucha sabiduría política, superior a la de sus contendientes; con mucha habilidad y dominio de la demagogia, su candidato supo explotar la paupérrima situación de hambre e ignorancia que padecía el pueblo dominicano como consecuencia de los 31 años de dictadura trujillista.

También observaba que las “promesas formuladas por éste diariamente, a lo largo de todo un año de alocuciones radiales, en un lenguaje tan sencillo como era necesario para convencer a las masas, calaron muy hondo en el alma del dominicano, común, obrero o campesino, joven o viejo; hombre o mujer, bajo el azote de la miseria”. Y que igual impacto causó su exitosa polémica ante las cámaras de televisión frente al sacerdote católico Láutico García, efectuada tres noches antes de los sufragios y calificada de un gran triunfo suyo por los analistas de los medios de comunicación.

Con esta victoria el partido blanco logró el dominio del Congreso Nacional con 22 senadores y 49 diputados y los ayuntamientos con 62 síndicos y 266 regidores; mientras la UCN tomó el control de cuatro curules en el Senado, veinte en la Cámara de Diputados, once alcaldías y 119 ediles. Los otros beneficiados fueron el Partido Nacionalista Revolucionario Democrático (PNRD), que postuló a la presidencia de la República al doctor Virgilio Mainardi Reyna y el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), que nominó para ese cargo al doctor Alfonso Moreno Martínez, acompañado en la boleta por la profesora universitaria Josefina Padilla Deschamps, viuda del asesinado abogado antitrujillista Rafael Augusto Sánchez Sanlley.

El PNRD se agenció cuatro diputados y la senaduría de la provincia de San Juan para el exgeneral Miguel Ángel Ramírez Alcántara, así como el síndico del municipio cabecera y cuatro regidores, pese a sacar 36 mil 972 votos; en tanto el PRSC alcanzó 56 mil 794 sufragios pero sólo consiguió un representante en la cámara baja. Eso fue posible debido a que el 90 por ciento de la votación de los nacionalistas se depositó en el llamado “Granero del Sur”, donde el antiguo alto oficial era un caudillo insuperable.

Alocuciones y movimientos de Bosch

Las charlas diarias a través del programa “Tribuna Democrática”, en Radio Comercial, facilitaron la rápida pegada de la figura política de Bosch en la sociedad, sin que su acogida popular se viera afectada por los 26 años que había pasado desterrado de su patria -entre Puerto Rico, Cuba, Costa Rica y Venezuela- a consecuencia de su desacuerdo con la dictadura trujillista.

Esas alocuciones abonaron la senda por donde tuvo que transitar para superar en simpatía al doctor Viriato Fiallo, candidato de la poderosa UCN, quien gozaba de mucha admiración en la sociedad por ser un médico incorruptible que se opuso sin dobleces al dictador Trujillo y sus esbirros, siendo encarcelado y maltratado en varias ocasiones.

La campaña electoral del líder perredeísta se inició poco después de aquel histórico viernes 20 de octubre de 1961, día de su retorno al país procedente de Curazao, con sus palabras a favor de que los partidos políticos no sean simples agrupaciones sin ideas ni planes que giran alrededor de un individuo, en busca de posiciones en el tren gubernamental; ni proponentes irresponsables de candidatos sin programas de gobierno, que esconden al pueblo sus reales intenciones sobre lo que quieren hacer con las instituciones del Estado.

Bosch concebía entonces la lucha política de la democracia como una escuela para «hablar de planes y de ideas para mejorar la situación del pueblo«, y aconsejaba a sus compatriotas a no incurrir en insultos ni mentiras y mirarse en el espejo de Cuba, donde «llegó una época en que los periódicos, la radio, la televisión estaban todo el día llenos de los insultos a otros políticos; y después de los insultos entre políticos se pasó a los insultos entre los profesionales y luego a los insultos entre los periodistas y más tarde a los insultos entre los artistas, y cuando la gente vino a darse cuenta, Cuba entera era una tierra donde todo el mundo se odiaba, todo el mundo desacreditaba a todo el mundo y nadie creía en nadie; y cuando se llegó a ese punto, Cuba se hundió”.

A poco de su regreso del exilio, el líder del partido blanco visitó a los dirigentes y militantes perredeístas en sus hogares y en locales partidarios establecidos en los municipios, y les llevó un mensaje convincente sobre lo que requería el país para garantizar su progreso en libertad y democracia; aunque les advertía que “La libertad no da derecho a insultar ni a calumniar ni a decir mentira por la radio y por la prensa”.

Igualmente procuró la solidaridad internacional entre sus amigos de la Asociación Interamericana Pro Democracia y Libertad (AIDL), creada en 1950 por los señores Carlos Manuel Prío Socarrás, presidente de Cuba y Rómulo Ernesto Betancourt Bello, líder del partido Acción Democrática de Venezuela, con un comité ejecutivo integrado -entre otros- por don José María Hipólito Figueres Ferrer (don Pepe), presidente de Costa Rica y Víctor Raúl Haya de la Torre, líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), en Perú.

Así fue como a finales de marzo y principios de abril de 1962 participó como invitado especial en seminarios, conferencias y reuniones realizadas en Perú, Costa Rica y Venezuela, bajo los auspicios de esa asociación y obtuvo el apoyo de los estadistas participantes para implementar programas de formación democrática de la juventud dominicana y de capacitación técnica de los dirigentes campesinos de su partido; los cuales se materializaron con el criterio de que “nuestro país necesita gente con capacidad directora en la mayoría de las capas sociales, pero el PRD entiende que los necesita más en el campo que en otras partes”.

A su regreso de ese viaje, el domingo 8 de abril de 1962, encabezó una nutrida caravana de vehículos desde el Aeropuerto Internacional de Punta Caucedo hasta los barrios populares de la ciudad de Santo Domingo, pudiendo por primera vez saludar cara a cara a los simpatizantes de su partido que moraban en los cinturones de miseria conocidos por los nombres de Guachupita, Gualey y Los Guadules. Estuvo acompañado del doctor Manuel de Jesús Reyes Martínez (don Gungo), figura principal del perredeísmo en el Distrito Nacional y de los dirigentes Washington Aníbal de Peña Rincón, Sebastián Aridio García de León y Manuel -Chichi Eusebio.

Días más tarde inició una gira por las provincias para relacionarse con dirigentes de su partido y miembros de diferentes entidades gremiales y profesionales; entre ellas, la Asociación de Periodistas y Escritores de Santiago, presidida por Radhamés Virgilio Gómez Pepín, a la que ofreció una charla sobre su programa de gobierno, durante una cena de gala en el hotel Mercedes el sábado 5 de mayo. Allí aseguró que el PRD era un partido mayoritario que podría ir solo a las elecciones y realizar un papel brillante, por estar dirigido por un político y no por un aprendiz.

El candidato presidencial perredeísta estuvo en la zona nordeste los días 12 y 13 de junio, pasó por el municipio de Cabrera el domingo 13, donde fue ovacionado por una multitud que lo recibió a la entrada del pueblo y lo acompañó hasta el club deportivo más antiguo de la ciudad, donde anunció el triunfo seguro del perredeísmo en las elecciones de diciembre, mientras charlaba animadamente con la dirigencia del partido, encabezada por el secretario general del comité municipal, profesor Eladio José Acosta.

Fortalezas y debilidades del candidato

El profesor Bosch fue proclamado candidato presidencial, el domingo 21 de octubre de 1962, en el marco de la primera convención nacional del PRD, efectuada desde el día 19 en el cine-teatro Ozama del ensanche Ozama, gracias al respaldo de 465 delegados presentes -de 485-, que también seleccionaron a su compañero de boleta, profesor Buenaventura Sánchez Féliz, antiguo exiliado político oriundo de la provincia de Barahona y a los integrantes del comité ejecutivo nacional de ese partido.

El máximo organismo de dirección perredeísta quedó formado por don Ángel Emilio Miolán Reynoso, presidente; doctor Washington Aníbal de Peña Rincón, secretario general; licenciado Jacobo Majluta Azar, secretario nacional de Organización; doctor Segundo Armando González, presidente del Tribunal Disciplinario; profesora Thelma Frías Montalvo de Rodríguez, secretaria nacional de la Rama Femenina y José Francisco Peña Gómez, secretario nacional de Prensa y Propaganda.

También, por los doctores Plutarco Elías Sención Batista, Abraham Jaar, Jorge Emilio Yeara Nasser, Freddy Zabulón y Rubertilio Valdez Sánchez; los ingenieros Luis del Rosario Ceballos y Juan Tomás Fernández; el agrimensor Ramón Nicasio Aybar y los señores Francisco Andújar Díaz (don Nino), José Antonio Brea Peña, Virgilio Gell, Manuel -Chichí Eusebio. Manuel Fernández Mármol, Francisco Gómez Estrella, Facundo Gómez Peralta y Buenaventura Sánchez Feliz.

La primera resolución de este organismo, emitida el lunes 5 de noviembre, fue anular la candidatura del referido líder barahonero y ordenar la realización el miércoles 7 de una convención extraordinaria que escogería a un nuevo pretendiente de la vicepresidencia de la República, argumentando que su elección no cumplió con los requisitos establecidos en el artículo No. 79 de la Ley Electoral y por tanto se hacía necesario “evitar confusiones en un pueblo que todavía no estaba acostumbrado a estos tropiezos de carácter legal en las actividades políticas”.

Dicha providencia surgió antes de que se pensara en incorporar a la boleta perredeísta al joven médico imberteño Segundo Armando González Tamayo, cuando aún Bosch favorecía nominar al sacerdote salesiano Francisco Sicard, cura párroco de la iglesia San Antonio de Padua, de Bonao, quien agradeció la distinción pero rehusó aceptar la propuesta por carecer del respaldo de sus superiores, según reveló al periódico Última Hora trece años más tarde (el jueves 13 de marzo de 1975).

La mención de ese religioso fue una táctica perredeísta para afrontar la campaña de rechazo a la candidatura de Bosch, por su presunta propensión hacia la ideología marxista-leninista, promovida inicialmente por el padre Rafael Marcial Silva, capellán del Ejército; y retomada más adelante, pero con criterios filosóficos, por el sacerdote jesuita de origen español Láutico García, quien publicó un artículo en el diario La Nación calificando al líder político de marxista-leninista, basado en los recientes escritos de ciencias políticas del autor de “La Mañosa”, redactados con riguroso sentido científico y publicados en el semanario “Renovación” que dirigía el periodista Julio César Martínez.

La posición de García generó una cruzada ideológica contra Bosch, iniciada el 12 de diciembre en las provincias La Altagracia y La Vega por sacerdotes que utilizaron abusivamente los micrófonos de “Radio Sol” y “Radio Santamaría” para llamar a la feligresía católica a que el día 20 en las urnas, negaran sus votos a los aspirantes a cargos electivos por el partido blanco. En ese instante Bosch se encontraba en el poblado de Sosúa, después de realizar un exitoso recorrido por la Línea Noroeste y los municipios de Puerto Plata, donde aseguró que era inevitable el triunfo perredeísta debido a la masiva adhesión de simpatizantes a la estructura partidaria; pues sólo en los primeros once días de ese mes, el PRD había afiliado a 40 mil 736 personas, para tener ya una matrícula de 537 mil 331 miembros.

A su retorno a Santo Domingo, el candidato del PRD invitó al padre García a que sostuvieran un debate público y televisado para aclarar su planteamiento; el cual se llevó a cabo durante tres horas consecutivas la noche del 17 de diciembre en el programa “Actualidades” por Radio Santo Domingo Televisión, dirigido y moderado por el reconocido periodista Salvador Pittaluga Nivar. Al final de la controversia el sacerdote retiró la acusación.

Como consecuencia de este dramático caso, el PRD advirtió a la cúpula de la iglesia católica, encabezaba por monseñor Octavio Antonio Beras Rojas, arzobispo de Santo Domingo, que se retiraría de las elecciones si no cesaba la indebida interferencia de sacerdotes en la campaña electoral y solicitó al presidente del Consejo de Estado, licenciado Rafael Filiberto Bonnelly Fondeur, en un documento que le fue entregado en el Palacio Nacional por una comisión de su comité ejecutivo nacional, presidida por el doctor José Rafael Molina Ureña, la posposición de los comicios para el 21 de enero.

Finalmente, tal como señaló en su informe a la cancillería venezolana el diplomático Rafael A. León Morales, en nuestro país hubo elecciones limpias y secretas el 20 de diciembre de 1962, en las que el PRD participó llevando la conveniente orientación a los electores que durante su confrontación con la iglesia, habían sido sorprendidos por una propaganda negativa realizada por sus adversarios desde el programa radial “Baluarte Cívico”, diciendo que Bosch poseía dos millones de dólares en un banco de Venezuela y 500 mil tareas de tierra en Costa Rica.

También, los cívicos laboraron como hormigas en el ámbito electoral, ofreciendo sacar cédulas a los electores que manifestaron su deseo de sufragar a su favor. De ahí que, los delegados del partido blanco se aproximaron a los recintos electorales con botones publicitarios en sus camisas, con el eslogan “Vergüenza contra dinero” y recitando  un mensaje de Bosch que decía: “si les dan dinero, deben coger el dinero, y si les dan ropas, deben coger la ropa, y si les dan comida, deben coger la comida; pero nada de eso los obliga a votar por los cívicos; cada quien debe votar por quien le diga su corazón, porque no hay corazón que engañe a su dueño”.

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CREACIÓN Y OBJETIVOS DEL ACUERDO DE SANTIAGO

Por Sebastián del Pilar Sánchez.-

La noche del viernes 28 de diciembre de 1973, el vocero del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), doctor José Francisco Peña Gómez, dio a conocer en el municipio de Santiago la conformación de una alianza electoral para enfrentar el 16 de mayo en las urnas la maquinaria reeleccionista del presidente Joaquín Balaguer.

El anuncio fue hecho en la residencia de su compañero de partido y excandidato vicepresidencial, don Silvestre Antonio Guzmán Fernández (allí presente),  situada en la avenida Francia próximo a la calle Del Sol, en la principal ciudad cibaeña, rodeado de los representantes de la nueva entidad multipartidista.

Ellos eran el ingeniero Leonte Bernard Vásquez y el doctor Julio Genaro Campillo Pérez, vicepresidente y secretario general del Partido Quisqueyano Demócrata (PQD); el licenciado Rogelio Asdrúbal Delgado Bogaert y el doctor Lucas Antonio Rojas Villavizar, presidente y secretario general del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) y el bachiller Fernando A. Peña, vocero del izquierdista Movimiento Popular Dominicano (MPD).

En ese escenario familiar arrancó el denominado “Acuerdo de Santiago” que había sido ideado y pulido durante las reuniones previas sostenidas entonces por los reconocidos dirigentes perredeístas y socialcristianos Jacobo Majluta Azar, Hatuey De Camps Jiménez, Guido Emilio D’Alessandro Tavárez (Yuyo) y Teófilo José Tabar Manzur (Quico).

Algunos detalles sobre esos encuentros fueron divulgados por el licenciado Quico Tabar en un artículo publicado el 8 de mayo de 2014 en el periódico Hoy, con motivo del cuadragésimo aniversario de esa alianza electoral que precedió al fracturado “Bloque de la Dignidad Nacional”, operado en aquel tiempo bajo la orientación del profesor Juan Bosch, con el impulso de siete organizaciones de izquierda y seis de derecha.

La constitución del Acuerdo de Santiago reanimó a los simpatizantes y militantes del PRD que estaban afectados por su división interna, la pérdida de sus locales y otros bienes patrimoniales ocupados por exdirigentes que semanas más tarde serían jerarcas y circulistas del nuevo Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Este segundo pacto multipartidista despejó cualquier duda, suspicacia o recelo sobre los objetivos del partido blanco y los métodos de lucha que utilizaría junto a sus aliados para intentar vencer a Balaguer, pues reafirmó su propósito de combatir con firmeza los delitos de corrupción y de persecución política y su apego inalterable a la vía electoral, por ser el medio natural de selección de autoridades democráticas.

Los estrategas de la alianza, con Peña Gómez a la cabeza, se plantearon participar en los comicios de mayo deseando poner fin al control casi absoluto que ejercía el mandatario reeleccionista sobre la presidencia, el congreso y la justicia, aunque estaban conscientes de que era prácticamente imposible lograrlo sin el concurso de otros grupos del litoral oposicionista, sin excluir a los boschistas.

Por eso, desde principios del mes de enero de 1974 se dedicaron a fortalecer y ampliar el proyecto aliancista, vinculándolo a sindicatos, asociaciones profesionales y grupos sociales, lo mismo que a personalidades influyentes como el doctor José Selig Hernández, líder de una facción del partido Unión Cívica Nacional (UCN) y al carismático ex-alcalde capitaleño Jorge Guarionex Lluberes Montás, vicepresidente del Movimiento de Integración Democrática (MIDA).

Búsqueda de una candidatura independiente

Los líderes del Acuerdo de Santiago emplearon un tiempo precioso en la selección del candidato presidencial, preferiblemente extra-partido en sintonía con la corriente perredeísta alentada por el exsenador por la provincia de Pedernales, profesor Pablo Rafael Casimiro Castro y el destacado comerciante Manuel Fernández Mármol, quienes simpatizaban con el perfil del héroe de la gesta del 30 de Mayo, don Luis Amiama Tió, en espera de que por su condición de independiente pudiese conquistar muchos adeptos para aumentar las posibilidades de éxito de la alianza frente a Balaguer.

En ese contexto resonaron los nombres de destacados miembros del empresariado, la iglesia y la prensa; entre los cuales recordamos a monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Santo Domingo y a don Rafael Herrera Cabral, director del periódico matutino “Listín Diario”, uno y otro con perfil de estadista por su idoneidad moral, su experiencia gerencial y su alto grado de formación intelectual.

Ellos tenían excelentes relaciones con dirigentes de partidos políticos de distintas ideologías, con agentes de poder y diversas organizaciones representativas de la sociedad. Además, la opinión pública estaba atenta a su participación pionera y frecuente en la solución de sonados conflictos sociales y políticos que les convirtieron en precursores de la mediación efectiva desarrollada años más tarde por el rector vitalicio de la Pontificia Universidad Católica Madre Maestra (PUCAMAIMA), monseñor Agripino Antonio Núñez Collado.

Sin embargo, de manera reservada ambos rechazaron la oferta de la nominación presidencial, abriendo un abanico de conjeturas en relación a sus deberes indeclinables como conductores de la iglesia y la prensa escrita; pues se llegó a rumorar que su declinación era la consecuencia de supuestas diferencias ideológicas con los planes estratégicos de la alianza. Ese rumor desdeñaba su lealtad a sus respectivos oficios; y no tomaba en cuenta que, en el momento en que se esparcía, aún no se había nombrado el equipo que confeccionaría la plataforma programática que pudiese precisar la identidad ideológica del Acuerdo de Santiago.

Fue a principios de marzo que comenzó su labor la comisión técnica orientada por el arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita y por el doctor José Rafael Molina Ureña, inspirada en las ideas nacionalistas y democráticas del partido blanco y en los principios consagrados en la carta magna que normó la vida democrática de la nación durante el gobierno de Bosch. Y fue en el mes de abril que fueron especificados los objetivos de la alianza para crear un verdadero Estado de derecho.

Dicho programa consignaba la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados; la profesionalización de las Fuerzas Armadas y la Policía; el respeto riguroso a las libertades públicas y la lucha contra el alto costo de la vida. También, la nacionalización -mediante negociación y compra- de las empresas multinacionales “Falconbridge Dominicana”, “Alcoa Exploration” y “Gulf and Western”, propietaria de grandes extensiones de tierra y del poderoso emporio azucarero Central Romana en la región Este; así como la rescisión de los contratos de arrendamiento del hotel Jaragua, Cementos Nacionales y la Compañía Dominicana de Teléfonos.

Asimismo, la revisión de las concesiones favorables a empresas que explotaban yacimientos mineros y petrolíferos, como la Rosario Mining Company en la mina de oro de Pueblo Viejo, Cotuí; y la elaboración de un proyecto de ley tendente a crear los controles necesarios sobre la inversión extranjera, fijando las normas sobre las áreas económicas donde se permitiría su accionar.

La selección de Guzmán

Al descartarse la opción de una figura independiente para encabezar la boleta presidencial del Acuerdo de Santiago, sus dirigentes se declararon en sesión permanente hasta el miércoles 30 de enero de 1974, cuando seleccionaron como precandidato único al reconocido académico mocano y exrector de la UASD, doctor Julio César Castaños Espaillat, quien cinco días más tarde renunciaría a la postulación, para dar paso a la nominación de Antonio Guzmán que fue finalmente aprobada por la convención de delegados del partido blanco celebrada los días 16 y 17 de febrero.

Los asambleístas igualmente aceptaron la selección del general retirado Elías Wessin y Wessin como candidato a la vicepresidencia de la República, producto de la negociación con el PQD y otorgaron amplios poderes al comité ejecutivo nacional para negociar con sus aliados las candidaturas provinciales y municipales a senadores, diputados, síndicos y regidores.

La elección del abanderado del bloque anti-reelecionista fue explicada por el doctor Peña Gómez en un discurso por el programa radial “Tribuna Democrática”, con las siguientes palabras: “Finalmente, la búsqueda de un hombre que pudiera ser presentado como estandarte viviente de unidad nacional culminó con la reconsideración de su renunciamiento del querido compañero Silvestre Antonio Guzmán, figura venerada por todos los perredeístas”. 

El líder político afirmó que después de tanta corrupción, de tanto terror y tantos abusos,   el país necesitaba “un gobernante de un corazón bondadoso, de patriotismo probado, de honradez acrisolada, sin malicias politiqueras, sin la arrogancia de los que creen saberlo todo y desdeñan el oportuno consejo, sin pretensiones caudillistas”. Subrayando que por ello la convención nacional lo proclamó como candidato presidencial por aclamación y con una interminable ovación, ya que “Nadie interpreta mejor en estos momentos el sentimiento de los perredeístas que el generoso compañero en quien la nación entera reconoce como un arquetipo de patriotismo, seriedad y hombría”.

Resaltó las virtudes morales y la condición de “político avezado” del aspirante presidencial, subrayando que “aunque no haya salido de las universidades, conoce minuciosamente los problemas de su pueblo, sobre todo los problemas que están gravitando más peligrosamente sobre los hogares dominicanos”. Destacando enseguida, que “ha abandonado sus intereses particulares y el sosiego de su familia para dedicarse a servir los intereses del país. Nadie duda de que poca cosa puede ofrecerle el poder que ya él no se haya ganado con su trabajo”.

El doctor Peña Gómez se comprometió a luchar con todas sus energías por el triunfo de Guzmán y anunció que en los días subsiguientes lo acompañaría en un recorrido por todo el país y se pondría en contacto con el presidente del MIDA, licenciado Francisco Augusto Lora González, en busca de la ampliación de la alianza “a fin de ofrecerle al pueblo una fórmula de unidad total, que acabe con todos los males que ha generado el continuismo balaguerista”.

El secretario general del partido blanco también anunció la puesta en marcha de una campaña internacional en favor de la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados, considerando que sería imposible celebrar unos comicios libres estando el candidato vicepresidencial del Acuerdo de Santiago impedido de entrar al país.

El líder máximo del perredeísmo calificó la candidatura de Guzmán como una propuesta unitaria y aglutinante, avalada por su capacidad gerencial, su fortaleza de espíritu y su afán de más de una década en la vida pública como ministro de Agricultura del gobierno constitucional de 1963, compañero de boleta de Bosch en 1966 y opción presidencial de paz en 1965, ponderada por los líderes constitucionalistas y los representantes del gobierno de Estados Unidos, McGeorge Bundy, Thomas Clifton Mann, Cyrus Vance y Harry Shlaudemanç, procurando poner fin a la guerra de Abril.

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