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Opiniones

La armonía en la Junta Central Electoral

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Euri Cabral

POR EURI CABRAL.-

Desde hace unos meses en la Junta Central Electoral se está presentando un conflicto que ha llevado a que el congreso nacional haya tenido que intervenir para evitar que sus integrantes continúen dirimiendo sus diferencias en los medios de comunicación y, por vía de consecuencia, la bien ganada imagen del poder electoral siga transitando por un derrotero de desconfianza y deterioro creciente.

Esta Junta Central Electoral presidida magistralmente por el doctor Roberto Rosario Marquez, ha dado muestras más que fehacientes de su calidad profesional, de su eficacia y de su gran responsabilidad para ser la organizadora de los procesos electorales en el país. Y su ganado prestigio y eficacia no sólo se ha visto en el plano local sino que también se han consolidado a nivel internacional pues ha servido de asesora de varios procesos electorales del continente, como es el caso de Ecuador y de Venezuela, para solo citar dos lugares donde los miembros de la JCE, el personal y los equipos técnicos dominicanos han jugado papeles estelares en la conducción exitosa de esos procesos.

Sin embargo y a pesar de esa bien ganada imagen nacional e internacional, la JCE pasa por un momento de dificultad interna que se expresa, básicamente, en el enfrentamiento entre dos sectores de la misma. Aunque es una situación que venía incubándose desde hace unos meses, la gota que rebasó la copa fue la discusión sobre unos supuestos 22 mil casos de personas nacidas en la República Dominicana, la mayoría de origen haitiano, a los cuales supuestamente no se le ha permitido sacar sus documentos de indentidad.

Particularmente creo que la discusión sobre esos supuestos o reales casos de ciudadanos afectados por una situación de ilegalidad no es el centro del conflicto. En la Junta Central Electoral hay una crisis de confianza entre dos integrantes, el doctor Rosario y el miembro José Angel Aquino, que ha afectado el desenvolvimiento normal de ese organismo. Ellos, dos grandes amigos y hermanos en épocas recientes, han visto romper esa amistad y cooperación fruto de los sinsabores y vericuetos difíciles y complicados que tiene un organismo como la Junta.

Soy del criterio, y eso lo he externado tanto al doctor Rosario como al doctor Aquino, de cuales me honro ser amigo, que la estabilidad de la situación de la JCE deviene de un pacto de caballeros entre ellos dos. Mientras ellos actuaban más o menos en la misma dirección, la posiciones del otro miembro disidente, el doctor Eddy Olivares, no tenía ninguna significación, y la Junta se manejaba sin mayores complicaciones ni situaciones críticas.

Desde que entre ellos dos se produjo el distanciamiento y la separación, las cosas se complicaron.

He planteado, y lo sostengo, que la armonía en la Junta y la solución de este momento difícil que vive ese organismo al que hay que preservar íntegro y eficaz, depende de que dos amigos y hermanos del pasado como Roberto Rosario y José Angel Aquino, se sienten ellos dos solos, sin presión de nadie, sin orgullo y con profunda humildad, a restaurar su relación, a perdonarse mutuamente como nos enseñó Jesús, a restañar las heridas que se han provocado y a entender que los intereses de la JCE y del país está por encima de sus actitudes personales.

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