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EL JUEGO DEL PODER EN LA ERA DE LA INFORMACION

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leonardo gil

POR LEONARDO GIL.-

En los últimos anos el juego del poder en América latina ha experimentado cambios sustanciales en lo que concierne a las campanas electorales, insertándose en ellas nuevas características importantes a la luz de lo que conocemos como la nueva sociedad de la información y el conocimiento.

Como parte sustancial de los sistemas democráticos, toda campana busca construir mayorías electorales estables y afianzar la legitimidad social, que es el sustento de todo sistema democrático. En el pasado reciente las campanas en América latina se caracterizaron por la movilización electoral de obreros, campesinos e integrantes de las clases media, bajo esquemas clientelares y populistas. Eran procesos cuasi-autoritarios, enmascarados como demócratas, con un bajo nivel de competencia y de movilización electoral autónoma. En esos tiempos predominaban las campanas de la tarima, en la que los discursos incendiarios, abstractos y extensos se imponían como forma tradicional de comunicación política. Los electores eran vistos como masas, más que como individuos, mucho menos como ciudadanos. La política era entendida como rito y protocolo, en ese tipo de campanas, la ideología se sobreponía a todo. Eran los tiempos de las revoluciones sociales y las grandes movilizaciones populares, donde predominaba el caudillismo y los líderes populistas.

Hoy está en construcción en América latina una nueva sociedad sustentada en la información, las comunicaciones y el conocimiento, haciendo que las campanas electorales en estos sistemas democráticos estén experimentando distintos cambios ya sea en la forma de conceptualizarse, organizarse, financiarse, hacer proselitismo o bien en la forma de comunicarse y movilizar al electorado. Estos cambios se deben también a las transformaciones sociales y políticas que han generado un ciudadano dotado de mayor información, con más educación y conocimiento sobre los aspectos político electoral y más conectado a través de distintos dispositivos tecnológicos.

Los ríos desbordados de la información y las nuevas tecnologías han generado también una forma diferente de hacer proselitismo, con mayor precisión y conocimiento situacional de los votantes. Ahora se conoce con precisión donde vive el elector, cual es su afiliación política, sus hábitos de votación, a que sector social pertenece, donde trabaja, cuánto gana, quienes son sus patrones, que beneficios ha obtenido de programas gubernamentales, y un largo etc. De esta forma el conocimiento profundo de los ciudadanos, por parte de los partidos y candidatos se convierte en una ventaja competitiva en la disputa por el poder.

Sin embargo, todavía muchos candidatos y partidos siguen haciendo política a la vieja usanza del activismo electorero, lo que ha generado una gran decepción social que no atrae a las nuevas mayorías y no han podido conectar con la generación google. Por ejemplo en materia discursiva siguen usando un lenguaje análogo que no apela a los individuos, que apela a intereses genéricos cuando lo que predomina hoy son los intereses individuales y la atención personalizada a los votantes. En otras palabras, la vieja comunicación política apelaba a las masas, mientras que la nueva comunicación política apela a los individuos, a sus deseos, sentimientos y expectativas.

Bajo esta nueva realidad, las campanas electorales han adquirido un nuevo perfil, transformándose en procesos cada vez mas profesionalizados y de precisión que se sustentan en la información, el conocimiento y el desarrollo tecnológico, así como en una gestión inteligente y creativa de intangibles propios del proceso electoral.

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