POR SUSANA MORENO.- 
La preocupación es un okupa (ocupante ilegal); tienes que desalojarla. En ciertos casos ocurre que cuando una casa ha estado vacía durante mucho tiempo cualquiera puede entrar y ocuparla. Eso mismo hace la preocupación; deambula buscando una mente vacía y se adentra allí. ¿Se ha asentado la preocupación en tu mente? ¿Está ahí cuando te despiertas por la mañana y te acuestas por la noche? Como seguidor de Cristo, tienes la autoridad de presentarle una “orden de desalojo” para que se vaya. Lo único que la hará quedarse a vivir ahí es tu desconocimiento de ese derecho. Cuando tu mente está llena de la Palabra de Dios, la preocupación ve que hay un cartel que dice “no hay vacantes” y entonces se va. Escribe Pablo: “Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:3-5). Las armas que Dios te ha dado para luchar son mucho más potentes que los temores a los que te enfrentas. Pero es fundamental que conozcas bien esas armas, las mantengas en buen estado y sepas cómo usarlas. “Por tanto, así ha dicho el Señor, Dios de los ejércitos: Por haber dicho esto, yo pongo mis palabras en tu boca como fuego, y [tus preocupaciones]… como leña, y las consumirá” (Jeremías 5:14). Cuando crees en la Palabra de Dios con todo tu corazón y empiezas a proclamarla en medio de tus preocupaciones, ésta “las consumirá”. Dios te bendiga