Cennect with us

Opiniones

A RAJATABLA

Publicado

en

ORION MEJIAPOR ORIÓN MEJÍA.-Solidaria y soberana

Haití siempre ha tenido mayor relevancia internacional que Republica Dominicana, el otro inquilino de la Isla Hispaniola, básicamente porque su clase política ha sabido mercadear su condición de país altamente vulnerable y menesteroso que para poder sobrevivir requiere de la constante asistencia foránea.

Hasta hace algunos años, la patria de Duarte era virtualmente desconocida en tierra firme, al punto que para poder ubicarla en el mapa, era preciso decir que “está al lado de Haití y cerca de Cuba y Puerto Rico”. Hoy el gentilicio dominicano es conocido y respetado en todo el mundo, por su referente democrático, por su turismo y la expansión de su música.

Aun así, Puerto Príncipe maneja con mayor destreza y eficacia que Santo Domingo los resortes de la diplomacia y las relaciones internacionales, quizás porque en ese ámbito no se le exige obligaciones mayores sobre temas relacionados con derechos humanos, consolidación democrática, transparencia administrativa ni preservación del medio ambiente.

La diplomacia haitiana se desparrama por todo el mundo en reclamo de financiamiento gracioso o conmutación de deuda, sin atender ningún requerimiento sobre uso de esos recursos o describir los avances que se logran en términos de infraestructura, reducción del hambre, enfermedades o de consolidación institucional.

La comunidad internacional es permisiva con el aparato dominante en Haití, tanto así que todavía hoy los grupos de poder en esa nación poseen sus particulares puertos de cabotaje donde predomina el contrabando, la evasión y prácticas desleales de comercio o violación de derechos laborales. En Haití afloran rasgos o formas de esclavitud apadrinada o tolerada por el estado y el grupo hegemónico.

En vez de reclamar que gobierno, clase política y empresariado haitiano asuman el compromiso de transparencia en uso y empleo de fondos públicos y de fortalecer el espacio democrático, las grandes metrópolis prefieren “tirarle el muerto” al vecino del oeste al que pretenden acorralar con una campaña de infamia que presenta al dominicano como un pueblo xenófobo y racista.

Es por eso que el Gobierno haitiano, que antes reclamo derecho e independencia para imponer restricciones al comercio bilateral con Republica Dominicana, ha iniciado una cruzada internacional de descredito contra un vecino solidario que ha sido su único cirineo, lo que desnuda a sus autoridades como gente ingrata adictos a la infamia.

El Parlamento haitiano ha reclamado del Congreso dominicano que anule la sentencia del Tribunal Constitucional, mientras el primer ministro de ese país y su colega de Trinidad y Tobago acordaron gestionar sanciones para Republica Dominicana en el marco de la Comunidad Económica del Caribe (Caricom) y ya cuentan con el respaldo de Guyana, San Vicente y Las Granadinas.

Publicidad