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Opiniones

Aprendamos con ellas

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Ivelisse-prats-de-perezPOR IVELISSE PRATS RAMÍREZ.

Han vivido conmigo durante muchos años. En las mudanzas llegan al nuevo hogar instalándose antes que el resto de la familia.

Durante este largo tiempo, han sido unas profesoras estupendas, me ayudan a remontar las difíciles diferencias entre mi tiempo de modernidad a raja tabla y las incertidumbres del posmodernismo.

Como buenas maestras, jamás me han presionado para que deje de ser lo que quiero ser, ni para dejar de creer en lo que creo. Me inducen, eso sí, a situarse en nuevos miradores, para observar y ponderar desde ellos los paisajes que cambian con el tiempo, los calientes veranos del mundo, los rigores de invierno, las melancólicas reflexiones otoñales, y también las primaveras que eclosionan en las calles de oriente y de occidente.

Nunca han intentado alinearme, mucho menos alienarme, mostrándome una sola cara de la luna; al contrario, he conocido a través de ellas dos, tres o varias lunas, múltiples como son las realidades cambiantes en nuestro planeta, que en lugar de ser “la aldea global” que se preveía, se caotiza y dispersa paradójicamente en su mundialización.

Olvido muchas fechas, las nuevas citas de pensadores y de investigadores que desconocía y que con ellas enseñan. Pero aunque no memorizo como antes, aprendo con estas profesoras a afinar mis competencias de razonamiento, y sobre todo, me suscitan una comezón de curiosidad y de afán de saber más que me conduce a investigar para disentir o consentir con tanto nuevo con lo que me confrontan.

A través de ellas me encuentro, también, con los viejos, conocidos y respetados maestros, que durante nuestra juventud trepidante aceleraron nuestro pulso y nuestras acciones políticas y sociales. Convocar en una misma aula a Platón, a Marx, a Habermas, y a algunos de los recientísimos investigadores latinoamericanos, es un recurso didáctico que con frecuencia utilizan estas docentes sabias, y con esta “fusión” se estimula a la vez el interés por lo antes no conocido, y la confianza de apoyarse en los textos y contexto familiares.

¿Quiénes son?, ¿dónde pueden encontrarse?, se preguntarán a estas alturas de En Plural, los lectores, ¿seguramente deseosos de compartir conmigo estas lecciones de excelencia?

Son las revistas Nueva Sociedad. Con algunas esporádicas vacaciones necesarias para todo docente que debe repasar y actualizarse, se publican desde hace más de 20 años, como proyecto de la Fundación Friedrich Ebert, y convocan en sus páginas tantos saberes y tantas experiencias, que cada número compendia toda una biblioteca, de esas tan necesarias y tan escasas en República Dominicana.

Tan valiosas para repensar lo conocido poniéndolo bajo nuevos reflectores potentes, o para descubrir la América de hoy, la de los ensayos desafiantes y promisorios de un socialismo democrático siglo XXI, o comprobar la decadencia de una Unión Europea controlada por una corporación bancaria, las revistas Nueva Sociedad deberían ser publicaciones que circulara ampliamente en nuestro país, que se vendieran profusamente en las librerías, al alcance de todos/as especialmente de los jóvenes, tan urgidos de emerger del Twitter reductor de ideas y de palabras.

Pero las librerías están quebrando, y no entiendo por qué la Fundación Friedrich Ebert, que tantas cosas buenas ha hecho en nuestro país, no parece muy interesada en promover las suscripciones de estas revistas enciclopédicas, tan útiles, tan vibrantes.

En este sábado, asumo, como discípula agradecida, lectora fiel y entusiasta, esta presentación prácticamente apologética de la revista Nueva Sociedad, cuya colección casi completa desborda mis estantes, sus ejemplares pasean frecuentemente en mi vehículo y visitan la oficina del Instituto Peña Gómez donde laboro.

Vamos a buscarlas, a leerlas. Nos servirán de catalejo para mirar más allá de nuestras cada vez más cerradas fronteras de xenofobia y de exclusiones. También, si aumentan en nuestro país la cantidad y calidad de lectores, los editores lo apreciarán, y se estimulará una mayor participación de intelectuales dominicanos en la inteligente narración de la historia que presenta Nueva Sociedad.

Peña Gómez apareció varias veces en esa historia, ya sea haciéndola, o comentándola.

En honor a él, que leía y escribía continuamente, ejercitemos esas capacidades para conocer, para reflexionar, para cambiar. En ese aprendizaje, las revistas Nueva Sociedad serán unas buenas maestras.

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