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Opiniones

Gente sin memoria

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Ivelisse-prats-de-perez1POR IVELISSE PRATS RAMIREZ.-

La historia se escribe con trazos memoriosos.

Los nuevos leviatanes de la postmodernidad insisten en vendernos como único tiempo posible al presente, postulan el olvido; la vida se limita a un espacio trepidante entre incertidumbres, quehaceres y escepticismo.

La política cede paso velozmente, ante la economía; esta no tiene tiempo, asiste, eterna e impertérrita, como comadrona eficiente, al parto de un nuevo dios: el mercado.

Los medios de comunicación, fiebre Informática que ha mutado la palabra lectura y la palabra libro en sinonimia total con el “chateo” en la Internet; el bombardeo alucinante de una información abigarrada, sin cribas, fluye en una sola vía para hacer del sujeto receptor mudo.

¿Qué tiempo se dispone para pensar en el pasado, para el análisis crítico de nuestros pretéritos errores o aciertos, para auscultar la historia? La historia sólo sirve para crear cuestionamientos y reflexiones enojosas, pone a los pueblos peligrosamente a pensar en sus herencias y en sus patrimonios culturales, y desafía así el homogéneo limbo de esa globalización mal entendida que intenta borrar la espléndida diversidad de la creación divina.

Pensar así resultaría poco conveniente, nada “correcto” para los más recientes poderes del mundo.

Hay algunos seres, van siendo escasos, que nos rebelamos ante esta actualidad absolutista. Insistimos con Bobbio en que existe todavía la izquierda y la derecha, la política y la ideología, y por supuesto, contradecimos a Fukuyama en cuanto al fin de la historia.

Los que fuimos y somos profesores de lengua española, nos agarramos fuerte a esos tiempos distintos, accidentes del verbo y pivotes de la historia, aprendidos de la Real Academia, con Bello, con Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña; con la Kravacci, con Hortensia Lacau.

Ese SOY, eso SOMOS, adquiere realidad cuando se dicen y se sienten desde el fui, desde el fuimos, porque el pasado es semilla de todos/as nosotros/as.

No somos muchos los que así batallamos. Hay gente, mucha gente, que se monta drogada por el brebaje fuerte de la moda del neoexistencialismo perverso, en el trompo imparable del solo hoy, ni atrás ni hacia adelante. No hay un recuerdo, para lo que se hacía, no se dedica un pensamiento a los que antes que nosotros lucharon, amaron y creyeron en lo que ahora se ignora y se olvida.

Tampoco existe para esta gente sin memoria la razón que permita juzgar a los/as malvados/as, ni los valores con los que se construyen evaluaciones claras del porqué y del cómo de cuanto ha sucedido.

Creen que si existen es porque respiran, vegetan sin causas ni comienzo, reducen la vida de este pueblo a un momento chiquito entre paréntesis de amnesia.

Y como el reloj se le detuvo en un hoy sin amaneceres ni ocasos antagónicos, esta gente sin memoria vive aquí, como en un tango, “a media luz”, si saber de Santana ni Báez, de Lilís ni de Trujillo. Sin evocar los nombres de Orlando o Goyito, de Sagrario ni de Narcisazo.

Aunque fue un ayer muy cercano con secuelas sentidas, la gente sin memoria no recuerda las “capitalizaciones” de la CDEEE que le disminuyeron las fuentes de trabajos a un país donde la empresa privada es todavía muy tímida.

Esa gente no mantiene en su memoria el escándalo de la Sun-Land que comprobó el escalofriante nivel de la corrupción y la impunidad de los corruptos.

La gente “olvidadiza” no retiene las estadísticas inconmovibles con las que Ceara Hatton demuestra que los pobres aumentaron en los últimos 10 años la década peledeísta: el PIB creció, pero ese aumento solo benefició a unos cuantos, en su mayoría la cúpula del PLD.

La gente sin memoria conoce hoy de la denuncia contundente de un préstamo que demostró el contubernio enlazado entre corbatas azules, y mañana la noticia se desvanece como vapor de agua entre bullangueras informaciones banales. La gente que no tiene memoria, que no quiere tenerla, no valora que el martes 21 de este mes, además de celebrar el Día de la Virgen de la Altagracia, se conmemoran 75 años del nacimiento del PRD, una clarinada de libertad y democracia.

Porque la historia se escribe con trazos memoriosos, yo recuerdo estas cosas, y hoy las comparto en mi esfuerzo de que no vuelvan a repetirse. NUNCA.

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