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Opiniones

Desde la memoria hasta Guido

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ivelissePOR IVELISSE PRATS RAMÍREZ.-

¡Doy fe! /
Yo estuve allí /
Y padecí, y mantengo el testimonio /
…yo soy el que recuerda /
No hay olvido, señores y señoras /
(Pablo Neruda)

Sería una cobardía y yo pusilánime si en En Plural de este sábado agonioso no se tiñe de rebelde dolor y decisiones indoblegables. Los versos de Neruda van delante de mis desahogos; los poetas tienen el don de expresar antes y mejor que uno mismo, lo que cada quien y cada cual siente.

Puedo dar testimonio, repitiendo el “Doy fe” del poeta. He estado “al pie del cañón” de mi PRD desde que el 26 de julio de 1961, me inscribí, sellando una relación que fue haciéndose tan absorbente y dominante que todavía mi esposo, mis hijos, nietos y bisnietos celan mi entrega a ese amante.

Estuve cerca de los dos colosos que dieron, sucesivamente, carne y sangre de ideas y de ejemplos a la MILITANCIA que fue creciendo hasta hacerse torrente ciudadano. Juan Bosch y Peña Gómez me enseñaron que la política tenía moral, una ética estricta que ahora han barrido los “vientos huracanados” de los que habla Leonel, como metáfora del pragmatismo descarnado del reparto y la compra que dan paso a una “real politic” sin conciencia y sin alma.

Soy quien recuerda el tiempo bueno de un PRD que se fecundaba a sí mismo en cada Convención que no se limitaba a escoger dirigentes internos y candidatos nacionales, sino que daba a luz solemnes declaraciones principistas; como la “Revolución Democrática Nacional”, la “Táctica y Estrategia” y “Hacia el Socialismo Democrático”.

En ellas se renovaba y crecía la fundamentación doctrinaria del PRD, y en la redacción de las tres participé, recuerdo los nombres de otros dos compañeros que interpretaron conmigo las orientaciones de Peña: Toni Rafúl y Tomás Hernández Alberto.

Porque “no hay olvido, señores y señoras”.

Tengo viva y ardiente en la memoria el comienzo del deterioro que ha ido taladrando y como hoyo negro se traga los primigenios objetivos, las heroicidades, los sueños que se incubaron en La Habana, que ahora son motivo de burla de unos cuantos ignaros que se invisten “motus propio” en voceros del “nuevo” PRD.

El grupismo, que desplazó poco a poco la unidad principista que don Juan y Peña Gómez porfiaron en darnos, han impuesto la hegemonía de las ambiciones individualistas, pequeñitas y sórdidas que desconocen el principio básico del Socialismo Democrático: “primero lo colectivo que lo personal”.

Los locales institucionales del PRD, huérfanos de atención y recursos se han ido cerrando, mientras se abren lujosas oficinas de jefes de grupos.

Dispersos, confundidos, los perredeístas perdimos a Peña Gómez con su muerte física, aunque algunos hemos querido recuperarlo en sus ideas, el Congreso que llevaba el mismo nombre que el líder, del año 2010 fue un titánico esfuerzo en ese sentido. Y a partir de entonces, el PRD agoniza sitiado en este mundo de neoliberalismo asqueroso, y últimamente traicionando desde dentro.

Así agotado y frágil, pero aún vivo, el PRD llega mañana a una Convención, tan amañada y turbia. Solo Dios sabe si de ella saldrá el colapso definitivo del partido.

Pero como recuerdo, no en vano cumplo el próximo miércoles 83 años, y además la gente comenta que mantengo mi lucidez e ímpetus, me aferro a la memoria de otros momentos difíciles en los que el PRD, con palabras de Peña, “resurgió como ave fénix, cuando se creía extinto”.

¡Ay, Dios, si Guido Gómez lograra que puedan votar los muchos que como yo, lo apoyamos en su gesta heroica de rescatar al PRD secuestrado por Miguel y su grupo! La trampa se impondrá, si en el Mercado los valores sucumben ante la maniobrera dictadura y el chantaje mediático que Miguel copia al pie de la letra de sus aliados peledeístas. La Convergencia tendrá que acoger a tantos cientos de miles de perredeístas decentes a quienes la Casa Nacional les estará vedada, porque será un cuartel o una corte palaciega, jamás un partido democrático donde quepamos los pobres, o quienes los defendemos.

Ese camino se abrió ya, yo no decido irme todavía, con la comunicación ante la Junta Central Electoral que se presentó a nombre del Partido Revolucionario Mayoritario (PRM), el pasado miércoles.

Pero mañana es mañana. Día singular, una oportunidad que sé debemos agotar. Porque estuve allí, en el nacimiento y en las luchas del PRD, iré temprano al local que me toque, después de encontrarme en la maraña de Centros de Votación que “a pota” ha enredado esa Comisión Organizadora “sui generis”, árbitro con uniforme miguelista.

Voy a votar por Guido. O sea, por el PRD, quizás por última vez.

Porque creo que Peña Gómez estará conmigo, les pido que me acompañen, PERREDEÍSTAS.

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