De acuerdo al Servicio Nacional Meteorológico de los Estados Unidos, el ojo del huracán pasó sobre Barbuda a las 1:47 de madrugada, dejando grandes inundaciones, viviendas destruidas y daños incalculables.
Los fuertes vientos, de hasta 295 kilómetros por hora, levantaron escombros por los aires, mientras las personas se resguardaba en casa o en refugios del gobierno.
La tormenta arrancó el tejado de la comisaría de Policía, obligando a los agentes a buscar cobijo en el cuartel de bomberos cercano y el centro comunitario que servía de refugio oficial. También dejó dejó fuera de servicio las líneas telefónicas y la energía eléctrica.
Otras islas en la ruta de la tormenta son las Islas Vírgenes y Anguilla, un pequeño territorio de baja altitud con unas 15.000 personas.