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Sin rencor pero sin olvido

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Por Alfredo Cruz Polanco ([email protected]).-

“Los hombres pueden caer pero los principios no. Nosotros podemos caer pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática”. Juan Bosch.

Este 25 de Septiembre se cumplieron 54 años del fatídico, funesto, vil y criminal Golpe de Estado contra el primer gobierno constitucional y democrático, luego del derrocamiento de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, presidido por el Profesor Juan Bosch, en 1963, electo con casi el 60% de los votos emitidos en las Elecciones Generales del 20 de Diciembre de 1962, con apenas siete meses en el poder, llevado a cabo por la oligarquía empresarial, los altos jefes militares, la Unión Cívica Nacional, la Embajada de los Estados Unidos y lamentablemente, por la jerarquía de la iglesia católica..

El Presidente Bosch tuvo que soportar permanentemente, un fuego cruzado de estos poderes fácticos, los cuales conspiraron contra él, contra su gobierno y contra la democracia, durante su campaña, en la transición, proclamación y durante los siete meses, que precariamente pudo permanecer en el poder. Esto se puede comprobar con los documentos de los archivos desclasificados por los Estados Unidos, que dio a conocer recientemente el escritor e historiador Bernardo Vega.

Esta fecha no podemos permitir que pase desapercibida, por aquello de que “Los pueblos que no son capaces de recordar su pasado, están condenados a repetirlo”. Consideramos que las presentes y futuras generaciones, deben conocer sobre este fatal acontecimiento de nuestra historia, así como sus causas, consecuencias y los autores del mismo, algunos de los cuales viven aún. Este hecho le generó a nuestro país, según los entendidos en la materia, un retroceso de más de 50 años en lo económico, en lo político, en lo social y en lo institucional.

Durante la transición, Bosch viajó por los Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina, reuniéndose con los Presidentes John F. Kennedy, Charles de Gaulle, entre otros, en busca de ayudas y financiamientos para obras de infraestructuras de desarrollo para nuestro país: Presas, Zonas Francas, Industrias, Centros Tecnológicos, autopistas, aeropuertos, de técnicos e inversionistas para la agricultura y el turismo; Acueductos, tendidos eléctricos, centros educativos, hospitales, becas, etc. Fue el primer presidente dominicano en realizar un periplo por el mundo en busca de tecnologías avanzadas, ya que el país carecía de las mismas.

La Constitución con la cual gobernó el Presidente Bosch, conocida como la “Constitución del 63”, de la cual fue su principal ideólogo, fue respetada hasta el último día de su gobierno, considerada como la más progresista, la más avanzada, la más democrática y la de mayor justicia social.

Durante los siete meses de su gobierno, Juan Bosch evitó que las riquezas que el pueblo dominicano rescató de la dictadura de Trujillo, fueran festinadas y repartidas entre los sectores de la oligarquía. Durante su gobierno de apenas siete meses no se maltrató, apresó, persiguió, golpeó ni se mató a nadie; no permitió que un solo centavo del pueblo fuera a parar a los bolsillos de alguien, pues enfrentó con energía los pocos actos de corrupción que se produjeron, implementando la austeridad, pues evitó el derroche (redujo los gastos y los salarios, comenzando con él); casi pagó la deuda externa; aumentó el presupuesto para educación y salud.

Se gestionó la construcción de las Presas de Tavera y Valdesia; la Zona Franca y una Planta Eléctrica para Puerto Plata; se inició el Acueducto de Santo Domingo y la reforestación del país; se distribuyeron miles de tareas de tierra a los campesinos sin tierra, a través de las Villas de la Libertad, las cuales incluían viviendas y escuelas. Se fundó el Consejo de Empresarios e Industriales del País, lo que hoy es el CONEP (Consejo Nacional de Empresas Privadas) y se autorizó la primera institución financiera privada del país: El Banco Popular.

Para un país en vía de desarrollo, cuando se interrumpe o se quiebra el orden institucional, toma mucho tiempo para recuperarse. Por eso, a pesar de haber transcurrido ya 54 años de aquel fatídico Golpe de Estado, todavía hoy continuamos padeciendo las consecuencias catastróficas de ese imperdonable y bochornoso hecho, pues aún arrastramos una gran deuda social.

Si confrontamos graves problemas migratorios y fronterizos; problemas de contrabando y narcotráfico; si las grandes potencias económicas, responsables de que la hermana República de Haití sea hoy un “Estado Fallido”, nos presionan para que carguemos con su desgracia; si tuvimos una guerra civil, entre hermanos y una invasión de más de cuarenta y dos mil marines en 1965; si hoy no hemos podido cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles exigidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se debe precisamente, a este abominable acontecimiento, el cual debe darse a conocer a las presentes y futuras generaciones.

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