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Opiniones

Señales de debilidad opositora en el CNM

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POR GUILLERMO CARAM.-

La oposición ha emitido preocupantes señales de docilidad y sumisión en el proceso seguido por el Consejo Nacional de la Magistratura para la conformación de la Suprema Corte de Justicia; no contribuyentes al perfeccionamiento de nuestra democracia.

Esto basándonos únicamente en externalidades observadas principalmente a través de ruedas de prensa servidas durante varias etapas de este proceso que culminó básicamente con la exclusión de la magistrada Miriam Germán y la inclusión de nuevos jueces, ciertamente calificados, pero altamente vinculados al gobierno; no contribuyentes a la separación de poderes y al Estado de Derecho consustancial con la democracia.

Estas externalidades pueden interpretarse como reflejo de comportamientos asumidos en las interioridades escenificadas durante las sesiones del Consejo.

Durante las ruedas de prensa celebradas con posterioridad a las sesiones del Consejo la presencia opositora misma, ubicación ocupada en el pódium, gestos, actuaciones y declaraciones; dejaron mucho que desear, sugiriendo docilidad y sumisión.

Constituyó señal de debilidad que la oposición, siendo 2 minoritarios de 8 titulares del Consejo, estuviera presente en todas las ruedas de prensa servidas casi siempre por 5 personas comunicando decisiones adoptadas por mayoría progobiernista de 6 titulares del CNM; especialmente aquella en que el procurador supuestamente iba a disculparse por agravios infligidos a la magistrada Germán, dejando la impresión que su presencia constituía un apoyo moral a dicho funcionario.

Preocupa las ubicaciones de cada integrante del Consejo en dichas ruedas de prensa. La más protagónica, a la derecha del portavoz de cada caso, siempre correspondió el Procurador, único integrante del Consejo designado administrativamente, no elegido por voto popular o por órgano colegiado. Mientras, los representantes opositores ocupaban lugares extremos.

El Procurador honraba sitial preponderante que siempre le concedían con un porte cuasi-militar, mientras representantes opositores lucían inquietos o con cuadernos como para tomar notas correspondientes a funciones auxiliares.

Llamó la atención el secreteo del procurador con la representante opositora durante una de las ruedas de prensa. Más tarde, la propia legisladora admitió que el procurador le sugirió que “si no le gustaba lo que iba a decir podía irse”, como en efecto sucedió. La lectura de este comportamiento puede interpretarse como un funcionario gubernamental designado trazapautas al legislador opositor elegido.

El representante opositor se quejó de que la magistrada Germán fue apartada “sin fundamentos, sin motivaciones, sin análisis particular, sin ponderaciones”. Si fue así, ¿cómo se eligieron los demás? ¿Se decidió sin fundamentar, motivar, analizar ni ponderar? ¿Por qué entonces endosar con su presencia la selección?

Estas interrogantes sobre el lenguaje opositor-verbal, incluyendo gestual y corporal, deja un amargo sabor de debilidad y sumisión perjudicial para la democracia.

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