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Opiniones

Damos la bienvenida al Mes de la Familia y con él, identificamos los retos y desafíos que ésta debe asumir

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Por Emilia Santos Frias ([email protected]).-

Desde que tenemos ¨uso de razón¨, hemos escuchado que la familia es la base de la organización de nuestra sociedad; la célula vital. Esto significa que contribuye de manera demostrativa en las distintas áreas de nuestra vida, en quién somos y quién seremos. En ella, aprendemos a relacionarnos con otras personas; a cómo resolver conflictos, a compartir con otros, y las reglas básicas del vivir en sociedad.

El artículo 55 de nuestra Carta Magna, indica que, la familia es el fundamento de la sociedad y el espacio básico para el desarrollo integral de las personas. Concepto que pondera la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al definirla como uno de los ¨pilares de la sociedad». La columna en que se sostiene. Esto es así, porque en ella obtenemos sentido de pertenencia e identidad y aprendemos a socializar.

Nacemos y crecemos al interior de una familia, que tiene también como compromiso mostrarnos valores y creencias. Es la familia la primera red de apoyo emocional, el primer referente. En ella ponemos nombre a lo que sentimos, aprendemos a lidiar con la frustración, a desarrollar nuestra autoestima y aprendemos cómo reaccionar ante diversas situaciones. Nuestra familia actúa como sistema básico de apoyo a nivel social.

En ella aprendemos de nuestro mundo emocional, y recibimos amor, que luego lo ofrecemos al trabajo, a la patria y a su historia; hacia los demás integrantes: niños, niñas, adolescentes, adultos y ancianos. Asimismo, a la naturaleza, y desarrollando valores como la honradez, el humanismo, la honestidad, la solidaridad, compromiso, responsabilidad, entre otros.

Es la familia, la sociedad y el Estado, quienes deben hacer primar el interés superior del niño, niña y adolescente; teniendo la obligación de asistirlos y protegerlos para garantizar su desarrollo armónico e integral, así como, el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales, indica la Constitución en su artículo 56.

Pero, ¿actualmente, estamos en la familia fomentando y aprendiendo valores universales?, ¿es la familia nuestra robusta red de apoyo emocional? Si las respuestas a estas interrogantes fueran afirmativas, la sociedad actual exhibiría otro rostro, en ese habría más amor al prójimo, civismo y orgullo por el terruño que nos vio nacer.

La verdad es, que no importa a qué tipo de familia pertenecemos, o con cuál cohabitamos, bien sea una familia nuclear (formada por los progenitores y uno, dos o más hijos); monoparental, es decir, en la que el hijo o hijos cuentan con un solo progenitor (ya sea la madre o el padre); adoptiva; sin hijos e hijas; de padres y madres separados; compuesta; homoparental; extensa (abuelas abuelos, tías, tíos, primas, primos y otros parientes consanguíneos o afines), la función es la misma.

No hay que ser mago, para identificar que algo falla en los compromisos que ésta debe realizar para con sus integrantes. La descomposición social, así lo evidencia.

Hoy damos la bienvenida a noviembre: Mes de la Familia y con él, procuramos identificar grandes retos y desafíos que ésta debe asumir, mientras en conjunto con el Estado, se crean y operativizan políticas sociales, sólidas, sostenible y sustentable, para fortalecer nuestra población, hoy sumida en carencias de todo tipo.

Muchos son los desafíos para la familia. Las madres y los padres debemos perder el miedo al educar a nuestros descendientes, hacerlo mediante comunicación efectiva, siendo empáticos, mientras transmitimos aprendizajes. Podemos imitar a nuestras madres y padres al establecer límites y reglas. Mostremos y fomentemos el agradecimiento; respeto hacia todos los integrantes en especial, menores de edad y los adultos mayores.

Que nunca las quejas se conviertan en un estilo de vida, más bien, en conjunto construyamos felicidad familiar, asumiendo que no será fácil, sobre todo por la diferencias generacionales y bloqueos tecnológicos de los integrantes envejecientes y ancianos, con los que debemos mostrar paciencia y amor auténtico, entre otros.

Alzamos hoy nuestras plegarias, tomando este Día de Todos los Santos, víspera del Día de los Fieles Difuntos o de los Muertos, por el despertar de las familias, para que, asumamos nuestro rol, adecentemos desde el hogar nuestra sociedad, para podemos, exhibir más temprano que tarde, una mejor República Dominicana.

-La autora reside en Santo Domingo. Es educadora, periodista, abogada y locutora.

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