Opiniones
Las expectativas extrañas del poder

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Miguel Solano «aterriza»
Aproveché nuestra conversación para informarle del puesto de prostitución ubicado en la Pedro A Bobea esquina Avenida Sarasota. Franklin me pidió que llamara al periódico y lo denunciara para poder actuar. Procedí. Llamé a un periódico. Una periodista llegó al lugar y escribió un reportaje que no logró encontrarse con el papel y la tinta.
Luego Almacenes Unidos construyó un Mall que transformó todo el entorno, pero las bellas de cuarto en manos y «atractivos en tierra», siguieron incondicional a su medio.
El edificio del frente, donde ellas se sitúan, fue derribado. Durante la construcción de la nueva estructura, estuvieron presentes, cumpliendo con la misión de enviarles a las esposas maridos nítidos, sin el quisquilloso espermatozoide.
Pensamos que con la nueva edificación y la forma en que estaba siendo construida, el medio operativo de las “vírgenes de las noches” desaparecería y que estarían obligadas a levantar su santuario en otra parte, pero no: Ellas, con sus oraciones, encontraron las formas para adecuarse.
Sin embargo, ningún ser bajo el Sol tenía pensado que la pandemia y su gubernamental medicina llamada «Toque y te quedas” cómo operarían ¿Quién las autorizaría?
Pero se las han arreglado y siguen operando. Los vecinos se han acostumbrado de tal forma que ahora ellas se incomodan (¿?) porque a los residentes ya no les molesta su trabajo e inocentes miradas.
Durante ocho años Danilo Medina pasó por el lugar sin poder moverlas y ahora se burlan de la pandemia, de la endémica y del nuevo poder. Me pregunto y le pregunto a la gente sensata: ¿De dónde les sale a estas mujeres tanto poder que todos, hasta Dios, se humilla ante ellas?
Hasta ahora, lo único que mis desacreditadas fuentes han podido ofrecerme -como versión- es la siguiente teoría: Son un puesto de trabajo de los servicios de inteligencia para hacerles expedientes a los ricos y los hijos de los poderosos que viven en las millonarias torres de la Avenida Anacaona y que regresando a sus casas, después de unos tragos, se les antoja llegar nítidos a sus hogares.
¡Son las expectativas extrañas del poder!
