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Opiniones

Cómo nace, crece y se expande Sustento de Vida

Publicado

en

Por César Aybar (*)
([email protected])

Hace algunos años sentí aquello que sentimos muchos en algún momento, pero que pocos le ponemos atención. Y fue algo o alguien que me impulsó a escribir un libro para que se difundiera mejor el mensaje de amor que siempre recibo incluso de manera tangible.

Me dispuse a hacerlo, y ya para principios del año 2019 tenía conformado un borrador del libro. Aún me faltaba el prólogo, la introducción, y algo muy importante: dinero para financiar la edición y una editora confiable y de altos estándares de calidad.

En principio mi plan era buscar una editora de esas internacionales, que, si les gusta el tema y el contenido del libro, financian el proceso completo, incluyendo la publicación y promoción, cosa que se hace bajo acuerdo entre la editora y el autor, pero nunca di el primer paso en ese sentido.

Sin embargo, no dejé el proyecto de lado, seguía atento a continuar hasta alcanzar el objetivo, por eso encontré un prologuista, que, para el caso, es el mejor, porque me conoce y conoce todo lo que he realizado en mi vida profesional. Mi gran amigo Emiliano Reyes.

Ya tenía el borrador del libro casi completo, con un excelente prólogo y todo; solo me faltaba la introducción, el dinero para editarlo y publicarlo, y una editora que haga ese trabajo. Pasó el año 2019 y vino el 2020, año en el cual una llamada pandemia parecía hacer desvanecer cualquier sueño o proyecto pendiente.

El año 2020 y 2021 me colocaron cómodamente en el fondo de un pozo sin agua y lleno de serpientes que amenazaban con atacar, sin embargo, Dios nunca me abandonó, mantuve la fe, la esperanza, la paciencia y perseverancia necesarias para seguir.

A pesar de muchas pérdidas que se produjeron en mi vida en ese entonces, mi familia troncal estuvo siempre unida, otros familiares también comprendieron, y algunos amigos que fueron ángeles enviados por el Señor. Ellos que, seguro leerán este artículo, sabrán de quienes hablo.

Toda esa crisis que se prolongó hasta mediados del año 2021, postergó la realización de mis sueños, pero no los hizo desaparecer. Uno de los sueños fundamentales era editar y publicar el libro, ese mandato lo había recibido desde el alma.

De modo que, todavía estando en la crisis, pero, al menos recibiendo algún ingreso mensual, decidí ahorrar una parte de ese ingreso para poder seguir tratando de hacer realidad los sueños. Así pasó el 2022 casi completo…Y en octubre de ese año publiqué un artículo en Almomento.net. Producto de ese artículo, uno de esos amigos de los que les hablé me dijo: Debes publicar un libro con esos mensajes.

A los tres días de recibir ese consejo de ese gran amigo, Emiliano Reyes, que conocía de mi plan de editar el libro, me envió una publicación de una editora llamada Bienetre Editorial. Investigué sobre ella y me dije: Dios me está diciendo que llegó el momento de publicar.

Puse manos a la obra y con otra gran amiga iniciamos el proceso con Bienetre Editorial. Descubrí que es una editora conformada por personas jóvenes de mucha capacidad y de mucho valor humano. Con ellos pulimos el material. Hicieron un excelente trabajo de edición, diseño y valiosísimos aportes al libro.

En ese proceso, mi esposa, mis hijas y mis nietos fueron de gran apoyo para mí, en todo el sentido de la palabra. En el proceso final de edición, Christian Castillo, esposo de mi hija mayor, realizó las ilustraciones y también hizo la página web, plataforma de promoción del libro que se llama “Sustento de Vida”, y la página web:sustentodevida.com

El libro salió publicado en Amazon a finales del pasado mes de febrero. Ahora la tarea es hacer el lanzamiento. Para poder lograr la publicación del libro, pasamos prácticamente dos años ahorrando una parte del salario. Ya el presupuesto estaba bien corto, pero el libro se merece un lanzamiento a la altura de la persona de quien se habla en el mismo.

De modo que empezamos a buscar sala para hacer el lanzamiento. Todo debía ser ajustado al presupuesto de por sí pequeño que teníamos. Como cuatro o cinco intentos fallidos, hasta que por fin logramos una respuesta positiva del Palacio de Bellas Artes, quien nos permitió alquilar la Sala Dramática.

En la carta respuesta a nuestra solicitud, la dirección de Bellas Artes nos informa que nuestra solicitud había sido acogida, noticia que fue de gran alegría para nosotros. En la misma nos puso en conocimiento del calendario y nos invitó a pasar por la sede para formalizar el contrato de alquiler y preparar todo para el evento.

No formé mayores expectativas y me apersoné a Bellas Artes para hacer lo correspondiente. Desde el primer día empecé a sorprenderme por el excelente y humano trato, y el altísimo nivel de servicio que empecé a recibir.

Desde el vigilante que está sentado en la puerta de entrada, pasando por la recepcionista, la oficina de producción, el departamento legal, la dirección financiera, los técnicos encargados de la sala, el personal de limpieza y las personas que estaban asignadas el día de la actividad, para atender a los invitados y para apoyarnos en el proceso de recepción.

Todos, sin excepción, exhibieron un nivel de servicio digno de destacar y reconocer. Como eso que he descrito no sucedió solo con uno o dos de los empleados, sino que sucedió con todos los que traté, llegué a la conclusión de que en esa institución existe una cultura de servicio y que a los empleados de allí les han enseñado el placer de servir con amor.

Cuando se habla de cultura, no se puede dejar fuera la Dirección de esa institución, porque una cultura de servicio como esa, tiene necesariamente que emanar de la alta dirección y luego derramarse en todos los estamentos de la misma, como si fuera una cascada de afluentes que salen de la cima de una montaña para confluir todos en un solo caudal.

Por esta razón, felicito a la dirección del Palacio de Bellas Artes, y con ella a todos sus empleados, principalmente a los que estuvieron conmigo organizando todos los detalles para que el lanzamiento de Sustento de Vida sea un gran éxito, como de hecho lo fue.

(*) El autor es investigador y especialista en negocios agroindustriales.

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