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Opiniones

¿Dónde están los candidatos y precandidatos?

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Carlos Ricardo Fondeur Moronta

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta (*)

En la presente etapa de las actividades pre-electorales, en el espectro político hay muchos candidatos y precandidatos que son punteros para ser elegidos mediante los diversos sistemas a lo interno de su parcela política, por convención o por encuesta.

Los afanes proselitistas en un momento normal o en una coyuntura con la cual en un momento de emergencia meteorológica se suspenden temporalmente, hasta tanto vuelva la normalidad, las actividades masivas de cara a las próximas elecciones presidenciales, legislativas y municipales, pautadas para el próximo año.

Pero, se suspenden las actividades de los candidatos y precandidatos de forma abierta, con proselitismo, quedando libres de integrarse a la prestación de servicios comunitarios junto a los organismos que administran el sistema nacional de emergencias por desastres, como la actual situación dada a partir de la llegada del Ciclon Franklin, que asola nuestra nación.

Haciendo un recorrido auxiliado de amigos y relacionados, por los municipios de la provincia de Santiago y recabando informaciones de otras provincias y sus demarcaciones, hoy declaradas en estado de emergencia y otras en alerta máxima debido al meteoro, tenemos pocas informaciones acerca de

las actividades de apoyo de esos políticos, contrario a cómo ha ocurrido en otras ocasiones, cuando nuestros candidatos se encontraban en la segunda fila, detrás de las autoridades y organismos competentes.

Aun con escasas disponibilidades, o con nada, el buen candidato o aspirante a ello junto a su equipo de coordinación, debe abrir los brazos y brindar apoyo aunque sea moral a aquellos que se levantarán temprano de la cama, arruinando sus sueños, para colocarse en una interminable fila que desembocará en su apoyo irrestricto, haciendo uso de su deber ciudadano, a votar por ellos.

De acuerdo con el Artículo 208 de la Constitución de la República Dominicana, el ejercicio del sufragio constituye un derecho y un deber de ciudadanas y ciudadanos para elegir a las autoridades de gobierno, en sus diferentes estamentos, haciendo uso legitimo de su visión de la política, la moral y la entereza de sus candidatos preferidos.

También es una prerrogativa no menos importante la del aspirante a un asiento en alguna institución elegida por voto del pueblo, a brindar apoyo a su militancia en sus aciagos momentos, muchas veces llenos de penurias, muerte, desolación, de impotencia.

En medio de la crudeza con la que nos trató el Huracán David, la Tormenta Frederick, las vicisitudes de la población desvalida y económicamente subyugada, como lo era en tiempos anteriores a la era actual, cuando el sistema de salud era un sueño, las viviendas eran anegables y las cañadas que abundaban eran un muladar, donde “vivían” las gentes desprovistas de protección, los políticos de entonces salían a las calles a llevar alimentos y
enseres del hogar.

Se activaban los organismos paralelos, como la Cruzada del Amor, los Comités barriales de los partidos del gobierno y de oposición y se “tiraban a las calles” a auxiliar a los moradores de ésos lugares. Llevar fundas de comida a su militancia, fieles seguidores en las diatribas electorales, no tiene precio.

Máxime, que debido a que nuestros jóvenes utilizan los medios de comunicaciones masivas o electrónicas como hobbies, las familias son más propensas a sufrir daños debido a la condición meteorológica, por la falta de conocimiento de la existencia de una situación a la que se enfrentaría de repente. Es lastimoso que dentro de una familia existan funcionando varios equipos de comunicación electrónica y no tengan noticias del mal que se les
avecina.

Lamentable también es sugerir, como tal sugiero, que de alguna manera el espectro de la comunicación web sea incluido en las medidas que restringen la entrada de portales innecesarios, que tiendan a manipular y a mantener en el oscurantismo ( una práctica que busca evitar la publicación de hechos y sean conocidos por la población) a nuestras mentes jóvenes que impiden que sus padres no conectados a la internet, tengan previo conocimiento del peligro que se avecina y así poder establecer medidas intrafamiliares tendentes a prevenir y a paliar los estragos que causan los fenómenos meteorológicos.

(*) El autor es crítico de cine, ensayista y comunicador que vive en Santiago de
los Caballeros, República Dominicana.

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