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Opiniones

Zorrilla Ozuna, clientelismo y descaro político

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Samuel Sánchez E

Por: Samuel Sánchez E.-

“Jura usted darnos la oportunidad de nosotros ser parte del tren gubernamental desde ahora y también para después?». Con esta perla se destapó el general retirado Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, líder de un partido bisagra, el Cívico Renovador (PCR), al momento de juramentar al presidente Luis Abinader como candidato de su organización.

Me preocupa la explicación que trata de normalizar esta inconducta bajo el argumento de que esta es la realidad detrás del telón y que el general de marras solo hizo público lo que con tranquilidad se acuerda en privado.

En otras circunstancias y tal vez en otro país, el presidente reeleccionista no habría aceptado semejante encerrona, la relación con este partido se habría roto en ese momento y su “líder” habría pasado directo al zafacón del proceso y esta canallada no se habría “normalizado” ante los ojos de la sociedad.

Estos comportamientos, sospechados por todos, son los que hacen asqueante la actividad política, aleja a mucha gente con capacidad y disposición de aportar y señala a los políticos profesionales como simple vividores que hacen del presupuesto nacional, su forma de vida y la búsqueda de impunidad detrás de la protección política.

El presidente Abinader a cometido varios errores que legitiman ejemplos non santos de la sociedad, uno de ellos fue la entrevista que concedió a Santiago Matías aun cuando en los medios convencionales y no convencionales tenemos una cantera importante de jóvenes bien preparados, que respetan las reglas básicas y con una conducta ejemplar para sus pares; pero no Luis, se dejó arrastrar de la sociedad del espectáculo y legitimó quien, hasta ahora, es el peor ejemplo para la juventud dominicana.

El segundo desaguisado del presidente fue seguir con la juramentación en el PCR luego de que el señalado general le faltara el respeto en el fondo y en la forma a su persona y a su investidura; con la continuación de la susodicha juramentación, Abinader dio aquiescencia a una persona que no sabe siquiera cuidar las formas.

¿Es el tamaño de un partido que define su conducta?, claro que no; ¿tenemos organizaciones pequeñas apegadas a principios y que siguen las reglas básicas de ética? Claro. ¿Que tanto daño hace a la actividad políticas la recurren y vergonzosa practica de distribuir logística para movilizar “simpatizantes” a mítines y a votar?

La actuación del general tiene que poner a reflexionar a los propulsores de este modelo, cual es el fin de la actividad política y hasta cuando la sociedad dominicana, dará sostén a practicas podridas como la señalada.

Esta forma de ver y hacer la vieja política impacta la calidad de la democracia y estos ampones dinamitan su propio proyecto de sociedad pues siembran mayor nivel de desesperanza en quienes dolorosamente aun creen en este modelo; pero también abre las puertas para la nueva política si los actores sociales llamados a redireccionar la práctica de no buscar nada para sí mismos, dan un paso al frente y se juegan la faja.

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