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Opiniones

Importancia de que las organizaciones del exterior superen la informalidad

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Samuel Sánchez E

Por Samuel Sánchez E.-

NUEVA YORK.- Es frecuente ver, en el área tri estatal, a dirigentes comunitarios dominicanos, valiosos y muchos desbordados de buenas intenciones, pulular entre oficinas de oficiales electos, pequeños negocios, oficinas gubernamentales y empresas grandes, con un folder debajo del brazo, buscando soporte para algún proyecto social.

Pero leer el “proyecto” hace evidente que el o la líder local, está llena de buenas intenciones pero que su propuesta no es tal y que sus propósitos, objetivos y metas, suenan inverosímiles, surrealistas sin métodos ni vías para dar al traste con el problema diagnosticado y que dio pie al esfuerzo comunitario grapado en el folder.

He escuchado “lideres” presionar a propietarios de pequeños negocios, exigiendo un aporte material para “su proyecto” porque ese negocio vive de la comunidad, tiene un compromiso social y debe “devolver” algo de los “beneficios” que recibe del vecindario.

Ciertamente los pequeños negocios de los vecindarios tienen un compromiso social con su comunidad y deben desarrollar una relación de doble vía con los vecinos que consumen sus servicios o productos, sin embargo, tal vez este tipo de presión no sea la forma expedita para promover la buena voluntad y la participación en el desarrollo local.

Sé de figuras que merecen respeto, visitar a una oficina, demandar un servicio y siquiera preocuparse por saber cual es la tarifa que cobra la instancia gubernamental respectiva por ese solicitado y el propietario de la pequeña oficina, para evitar malas campañas, no solo le da gratis el servicio a la “organización” de marras, sino que cubre los costos tarifarios obligatorios que demanda el gobierno para procesar el caso.

La comunidad dominicana crece exponencialmente en todas las direcciones: en la presencia territorial, en las instancias del gobierno, en la apertura de pequeños negocios, en las escuelas y universidades, en los deportes etc. Es decir, que, como el espagueti aquel, crece, crece, crece.

Este crecimiento necesita que sus organizaciones superen la informalidad y que sus dirigentes comprendan que no se trata solo de buenas intenciones sino debemos tener “escuela, disciplina y método”, algo tan simple como llegar a tiempo o cancelar citas previas, no llegar sin previo aviso por entender que son “figuras” y tienen prioridad en cualquier lugar; son comportamientos que deben ser superados para atender, con eficiencia y eficacia, la cantidad apreciable de servicios comunitarios en el aspecto social, cultural, lúdico etc. Que urgen a nuestros compatriotas.

Se que muchos oficiales electos nuestros solo recuerdan a sus distritos para tiempos de campaña y que le cierran las puertas a gente noble que necesita de su orientación y servicios; pero también se que sus oficinas se llenan de “lideres” buscando presupuestos para asuntos sin pie ni cabeza pero que no hay ser vivo que les haga entender que presentar propuestas tiene un proceso y procedimiento y que no se trata de llevar ideas en papel de colmado porque no aparecerá apoyo por más buena intención que tengas sus proponentes.

Es impostergable una red viable, sana, bien formada y con capacitación permanente de organizaciones sociales al servicio del desarrollo local, pero ello lleva implícito una especie de sobrilla técnica donde los dirigentes genuinos puedan apoyarse, entrenarse, orientarse para pasar de los deseos, la impotencia y la frustración, de paso a ideas bien estructuradas con capacidad de presentar resultados y avance de nuestra comunidad.

Vale decir, que como en todo, también aquí hay excepciones, pero son una minoría doloras.

(*) Samuel Sanchez coordina la Iniciativa Latina para los Pequeños Negocios.