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Que no quede impune

Por Manuel Vólquez.-

Indignación ha generado el supuesto abuso sexual cometido contra una menor de 14 años, de nacionalidad haitiana, a manos de presuntos agentes de Migración, hecho acontecido en el Ensanche Bulevar, antiguo sector Kosovo, en Punta Cana, provincia La Altagracia, en medio de un operativo contra indocumentados.

El acta de denuncia puesta por la madre de la víctima en manos del Ministerio Público explica que el incidente ocurrió en la residencia de la menor,  donde se encontraba sola porque los padres se habían ido a trabajar.

Se trata de un repudiable acontecimiento que se investiga a fondo y que ha causado el rechazo general en el terreno local e internacional. De ser cierta la acusación, estaríamos presenciando un abuso de poder y de autoridad que merece ser castigado con todo el peso de la ley.

Fue tan impactante la denuncia que incluso la Embajada de los Estados Unidos en el país había informado que le está dando seguimiento a esa eventualidad y saludó la rápida acción tomada por las autoridades nacionales respecto al tema.

“Saludamos la rápida acción tomada por las autoridades dominicanas para investigar las extremadamente preocupantes acusaciones de violación sexual en contra de una menor, de parte de miembros de la Dirección General de Migración. Apoyamos a cualquier víctima de abuso sexual y continuaremos monitoreando este caso mientras las autoridades dominicanas concluyen su investigación y procesan a los responsables, de ser comprobado el hecho, con todo el rigor de la ley”, dice un mensaje colgado en X (antigua Twitter) por Patricia Aguilera, encargada de Negocios del cuerpo diplomático norteamericano. (Ver El Nacional, 12 de abril, 2024).

Igual opinan el Movimiento no partidista Participación Ciudadana y otros núcleos de la sociedad. Lo preocupante es que los alegados autores sean funcionarios estatales. Por eso ha llamado tanto la atención mediática.

Cualquier menor de edad, sin importar la nacionalidad o clase social, está en situación de riesgo ante la voracidad sexual de algunos hombres que persisten en violar la intimidad de ese segmento poblacional, pese a las numerosas condenas dictadas por los jueces. Ellos, los menores, merecen protección legal.

Son muchas las mujeres que pasan por esa mala experiencia, pero no delatan a los responsables porque temen por su vida o no desean que nadie se entere de su tragedia. Igual destino están corriendo las adolescentes, niños y niñas, considerados como objetivos indefensos de los pervertidos sexuales.

El ataque contra la adolescente extranjera (que debe ser confirmado) se reporta justo cuando la República Dominicana está en la mira de organismos extranjeros por los supuestos maltratos y abusos de los derechos humanos en perjuicio de migrantes haitianos en momentos en que Haití atraviesa una situación de caos, violencia y crisis política.

No podemos permitir que la acción de La Altagracia quede en el ruedo de la impunidad, ni que se repita, porque estaríamos retroalimentando las despiadadas y malintencionadas acusaciones contra el país promovidas por algunos organismos foráneos, como el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos,  Amnistía Internacional y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), por las deportaciones de haitianos indocumentados.

Sin embargo, Amnistía Internacional no dice nada, ni se da por enterado, cuando esas repatriaciones las realizan otros países. Por ejemplo, del 1 de enero de 2021 hasta el 26 de febrero de 2022, un total de 25.765 personas fueron expulsadas o deportadas a Haití, según datos recopilados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Desde Estados Unidos repatriaron al 79% de ellas, es decir, 20.309 personas, mientras Bahamas, Cuba, las Islas Turcas y Caicos, México y otras naciones retornaron al resto. 

Según la fiscal titular de la provincia La Altagracia, Claudia Garrido, al caso le darán respuesta a la mayor brevedad posible, porque tienen un equipo de fiscales trabajando en el mismo. Así esperamos que ocurra.

Refirió el compromiso que tiene el Ministerio Público con la comunidad. Que están trabajando el mismo con toda la seriedad, la responsabilidad y la rigurosidad que este y todos los demás casos ameritan.

El Código Penal Dominicano establece sanciones de hasta 10 años de prisión para quienes sean hallados culpables de violación sexual contra un o una menor de edad. Pero las agravantes podrían aumentar el castigo hasta los 20 años de reclusión. Una agravante tomada en cuenta es la condición de pariente en la persona que cometa el ilícito sexual, que en esta ocasión no aplica.

Esperamos que los responsables sean castigados. Hay que dar un ejemplo.

– Los artículos de opinión publicados en este diario no reflejan necesariamente la posición editorial de ÚLTIMAS NOTICIAS. Cualquier persona interesada en publicar un artículo puede hacerlo solo enviándonos el texto con el nombre completo del autor y una fotografía al correo: ultimasnoticias2013@gmail.com

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Los manipuladores de conciencia

Por Manuel Vólquez

Estoy inmerso en la intimidad de la temática relacionada con la Inteligencia Artificial (IA), un asunto que ha causado mucho interés en el mundo debido a las cosas que se pueden lograr. En el contexto de las ciencias de la computación, se la define como una disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos. 

Se trata de una tecnología que imita la inteligencia humana para realizar tareas y mejorarse a sí mismas. Para que se entienda con más claridad, es una herramienta que coloca al ser humano en un segundo plano en cuanto a las tareas productivas e intelectuales. De ese fascinante asunto hablaré en otras entregas.

Lo cierto es que el mundo ha ido evolucionando de forma acelerada. Ahora se habla de un proceso a base de inseminación artificial, una técnica de reproducción asistida que se utiliza para facilitar el embarazo en casos de dificultades de fertilidad o para aquellos que requieren el uso de donantes de esperma.

Si bien se ha dicho que es un procedimiento médico que no implica la creación de un bebé artificial o robot, todavía existen muchos mitos frente al proceso y las tecnologías que se emplean para que el bebé sea concebido de forma natural.

A través de avances significativos, se han mejorado las técnicas de preparación del semen, la selección de espermatozoides, la monitorización de la ovulación y la transferencia embrionaria mediante el vientre prestado de las mujeres.

Sin embargo, se está pronosticando que ese procedimiento médico sirve para crear bebés robot. Algunos de los elementos que se utilizan son: incubadoras de cultivo embrionario: son como casas especiales donde se colocan los embriones en el laboratorio; sistemas de microscopía invertida: son como lentes mágicos que permiten ver los embriones muy de cerca. Los médicos pueden observar y elegir los embriones más saludables para transferir al útero de la mujer.

Además, usan centrífugas, aparatos que ayudan a separar los espermatozoides más fuertes y rápidos del resto. Esto asegura que solo los mejores espermatozoides se utilicen para la inseminación.

Se afirma que la inseminación artificial representa una técnica que ayuda a facilitar la concepción en ciertas situaciones, pero los bebés resultantes son biológicamente humanos. 

Hace poco leí que en un país europeo un hombre se ufanaba de haber procreado más de 400 hijos mediante el sistema de donación de semen “In vitro”, una técnica de fecundación para realizar un determinado experimento en un tubo de ensayo, o generalmente en un ambiente controlado fuera de un organismo vivo. La proyección de ese sujeto es llegar a 500 hijos.

Si van a crear bebé robot aplicando esa técnica, entonces sí se complicarán las cosas porque de hecho ya tenemos muchos niños y adultos con comportamientos robóticos por el uso excesivo de celulares inteligentes.

Las personas actualmente se comportan como esas máquinas en las calles, centros comerciales, a bordo de los aviones, barcos, automóviles, autobuses y hasta cuando están almorzando de manera individual, en grupos o en familias. En esas circunstancias, es nula la comunicación colectiva.

Es decir, se concentran tanto con esos dispositivos al extremo de que no fijan la atención hacia el alrededor. La humanidad del futuro está en manos de la ciencia y de los cerebros manipuladores de conciencia.

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Protejamos los futuros adultos

Por Manuel Vólquez.- 

Alegra saber que los dominicanos estamos adoptando niveles de raciocinio y conciencia respecto al peligro que representa la tenebrosa pandemia certificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Covid-19.

Lo digo al observar la masiva concurrencia a los centros de vacunación de menores de 12 años y adolescentes, como también de los adultos, luego del llamado hecho por las autoridades gubernamentales, los líderes eclesiásticos y de los partidos políticos, y otros sectores de la sociedad.

Aún quedan algunos ignorantes por inmunizarse y espero que se decidan pronto porque la peste sigue matando muchas personas en el mundo y la República Dominicana no es la excepción, pues al momento de escribir este artículo registraba 3,707 muertes (nos acercamos a las 4 mil víctimas), 308 mil 650 casos de contagios y 53 mil 254 personas están declaradas como portadores activos.

De continuar con el ritmo de vacunación, pronto lograremos reducir los efectos del letal virus.

Somos más de once millones de habitantes que necesitan dos dosis del biológico para lograr la inmunización preventiva. Significa que debemos continuar con el uso de mascarillas, alejarnos del endemoniado, imprudente e irracional “teteo” o francachelas para librarnos definitivamente de la enfermedad.

Para nuestros once millones de habitantes se requieren más de 22 millones de vacunas, fármacos que ya fueron contratados con la empresa china Coronovac, fabricante del exitoso antiviral Sinovac, y con la farmacéutica estadounidense Pfizer, la alemana BioNTech, como la cuestionada AstraZeneca.

En el país, se calcula que 6.2 millones de personas han sido inoculadas antes del plazo previsto, lo que nos posiciona en el primer lugar de la región Latinoamericana con más vacunas diarias aplicadas por cada 100 habitantes, consiguiendo hasta el momento que el 22 % de la población mayor de 18 años haya recibido sus dos dosis, acercándose así al sistema conocido como la inmunización de rebaño.

Sin embargo, he estado pensando qué podría pasar con los niños o los bebés, el segmento más vulneraba de la sociedad, que por su corta edad no puede expresar a los mayores los sufrimientos o los síntomas que se sienten cuando son impactados por el virus, como son tienen fiebre, tos, dificultad para respirar, dolores musculares, dolor de cabeza y diarrea.

Como los niños con frecuencia se resfrían, tal vez su sistema inmunitario esté preparado para proporcionarles alguna protección contra la pandemia. También es posible que su organismo interactúe con el virus de una manera diferente a la que lo hace el de los adultos.

Es la deducción de los epidemiólogos e infectólogos y otros científicos mundiales, cuando explican que este fenómeno se propaga casi más a través de las gotas respiratorias cuando las personas con infección tosen, estornudan o hablan, aunque puede propagarse de otras maneras.

Los especialistas precisan que los infantes pueden contagiarse de los familiares y contactos cercanos. En el caso de los menores más crecidos, de 5 años en adelante, se infectarían de los amiguitos o maestros en la escuela o en las actividades deportivas.

Afirman que a medida que los niños se hacen mayores, el riesgo de enfermar lo suficiente como para ser hospitalizado es elevado. Los recién nacidos y los bebés pequeños también están en esa tendencia. No obstante, la posibilidad de fallecer en niños es mucho más bajo que en los adultos.

Investigando acerca de cómo afecta la peste a esa frágil porción poblacional, encontré detalles interesantes en una revista sobre temas de salud (fuente: info@colesterolfamiliar.org) donde se comenta qué pueden hacer los padres cuando se presenta esa eventualidad.

Comenta que los padres necesitan equilibrar las necesidades de sus hijos para estar seguros con sus prioridades de aprendizaje y de socializar con sus compañeros. Es decir, los tutores deben consultar a su sistema escolar y al departamento de salud para obtener la mejor información sobre la difusión local de la pandemia, normas y recomendaciones del área sanitaria, y los procedimientos docentes a seguir.

“Tenemos que mantener a los niños a salvo de la infección al tiempo que se minimizan los riesgos para ellos mismos, sus amigos, miembros de la familia, incluidos los abuelos y otras personas vulnerables de la sociedad”, dice.

Aconseja seguir los protocolos del distanciamiento físico, usar una mascarilla y lavarse las manos a menudo con jabón y agua durante más de 20 segundos; evitar tocarse los ojos, la nariz, y la boca con las manos sin lavar.

Esas normas, lamentablemente, pocas gentes las cumplen. Por eso son los rebrotes y los altos índices de contaminación viral.

Por suerte, a esas criaturas no las están llevando a clases presenciales de las escuelas públicas y colegios privados porque tendríamos un panorama sanitario escalofriante.

Los adultos, que ya estamos viviendo los pocos días que nos quedan como especies homínidas, sabemos a lo que nos enfrentamos. Hay que cuidar a los futuros adultos.

 

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La elección de Biden y el reto de los demócratas

Por Manuel Jiménez.- 

La incuestionable victoria de Joe Biden frente al tumultuoso Donald Trump obligará a los demócratas a una revisión de sus políticas y concepciones en temas cruciales para los Estados Unidos; tales como, el aborto, la migración y la agenda LGBT, pues la enorme votación alcanzada por el candidato republicano revela una creciente identidad de una parte importante de la opinión pública norteamericana con políticas conservadoras.

Si hoy Donald Trump no mantuvo su asiento en el Salón Oval de la Casa Blanca se debió a ese estilo de liderazgo tumultuoso, irreverente, desenfrenado, desafiante, impulsivo, unipersonal, de confrontación e irrespeto con todos y contra todos y esa falta hasta de sentido común para combatir una pandemia que imponía la necesidad de una unión de propósitos y metas que involucrara bajo un mismo guion a todos los sectores de incidencia y decisión en lo Estados Unidos.

Pese a ello, Trump en términos de resultados de lo que se conoce como el buen gobierno puede decirse que ha tenido un éxito relativo: logró mantener a flote y en crecimiento la economía con efectos positivos en la generación de empleos y oportunidades de negocios, impactando a millones de norteamericanos y, a excepción de la violencia que generó su retórica racial, hay que reconocer que en estos últimos cuatro años el territorio de Estados Unidos y sus ciudadanos no estuvieron expuestos a amenazas externas de carácter terrorista.

Esos más de 71 millones de votos que se cuentan a su favor son un reconocimiento a esos logros y lo que debe llevar realmente a preocupación no solo de los demócratas, sino de todos los que abrazan en el mundo conceptos liberales es que pese a esa retórica xenófoba, su radical oposición a la agenda LGBT, sus concepciones cristianas en contra del aborto y su atropellante conducta e irreverencia contra todos el que no comulga con sus ideas, Trump divide a Estados Unidos, polariza un proceso electoral en medio de una pandemia que él no supo manejar y el estrecho margen de votos con el que  Biden le supera en los estados en disputa le brinda la oportunidad de iniciar una temeraria carrera de impugnaciones legales.

A Trump le será prácticamente imposible revertir la actual tendencia que lo coloca como perdedor de este proceso, pero ha logrado poner en cuestionamiento a la principal democracia del mundo, un país de fuertes instituciones y que hasta hoy era referente en el mundo en cuanto a principios y respeto a la ley; pero donde más se complica su imagen es que se auto eligió de gendarme mundial con la decisión de calificar a países soberanos en lo que respecta a su desempeño en términos de libertades públicas y derechos humanos.

A Trump hay que analizarlo a partir de la realidad que representa y de cómo lo ve esa gran población conservadora estadounidense que nunca asimilará el discurso demócrata a favor del aborto, el abordaje tímido del fenómeno de la migración y la apertura irracional a los grupos LGTB. Buscar un punto intermedio en el tratamiento de estos temas será crucial si la futura administración Biden se plantea, como ha anticipado, la reunificación de la sociedad norteamericana.

Usted podría preguntarse cómo podrían los demócratas renunciar a conceptos que han sido parte esencial de su filosofía de gobierno como los temas que señalo, si justamente su coherencia política marcó su diferencia con Trump logrando que más de 75 millones de electores le endosaran su apoyo en esta crucial contienda.

El tema es que Estados Unidos no sólo ha cambiado al extremo de mostrar una sociedad peligrosamente dividida, y no precisamente entre negros y blancos, sino entre conservadores y liberales, cosa que adquiere otras dimensiones que rebasan la cuestión racial, aunque otros lo consideren el punto de partida, pero plantearse la reunificación y la unidad no será posible obviando la redefinición de políticas liberales.

Nadie niega que el resurgimiento de la violencia racial es un tema de partida para Biden cuando llegue a la Casa Blanca, pero se trata de una situación que por sus implicaciones y en el entorno en que se produce, una población multiétnica y multicultural, resultará un poco más complicado de abordar con éxito, sobre todo si no hay solución a cuestiones filosóficas y conceptuales que chocan frontalmente con la ortodoxia demócrata.

Un ejemplo de esto es que mientras los demócratas promueven los llamados “estados santuarios” que son refugios para la inmigración ilegal, Trump se impuso frente a Hillary Clinton con un feroz discurso anti-inmigración y ahora, radicalizando su postura con acciones concretas como el inicio de la construcción del muro en la frontera con México y cierre total a la oleada de inmigrantes que llegan en masa a sus fronteras desde Centroamérica, aumenta en casi 7 millones su votación con relación a la que obtuvo en 2016.

Biden hace bien cuando desde su estado natal de Delaware dirigió un mensaje de unidad y conciliación, declarando que es “hora de sanar” a la nación y de llegar a los estadounidenses que votaron por Trump y a los republicanos en el Congreso, pero esto no pasará más que una simple invitación en un marco de creciente agitación y confrontación auspiciada por los sectores que apoyan a Trump. Será imprescindible que un futuro gobierno de Biden presente iniciativas que envíen señales claras a esa masa conservadora de que en algunos temas cruciales no todas las políticas de Trump irán al zafacón. Cuál será, por ejemplo,  la política de Biden frente a las caravanas de inmigrantes desde Centroamérica?

Las primeras señales del equipo de Biden es que esas concepciones ideológicas de los demócratas volverán a ser impulsadas con el mismo rigor y decisión con que las puso en vigencia Barack Obama.

Biden ha dicho que planea firmar decretos que deroguen una prohibición para el ingreso de viajeros de varias naciones de mayoría musulmana, una reincorporación a un acuerdo climático internacional, revertir la retirada de Trump de la Organización Mundial de la Salud y reforzar un programa que protege de la deportación a los inmigrantes “Dreamers”, que llegaron a Estados Unidos ilegalmente cuando eran niños.

En esa agenda hay pautas positivas como la reincorporación de Estados Unidos al acuerdo climático de Paris y su reintegro al seno de la Organización Mundial de Salud, pero el resto plantea la divergencia y el enfrentamiento con grupos conservadores.

El pueblo norteamericano se cansó de una retórica de violencia y odio, de complicidad con grupos xenófobos que desafían la autoridad y de convertirse en el hazmerreír del mundo con las payasadas de su presidente, pero no cuestiona el progreso económico y la seguridad que le brindó Trump frente a las amenazas del exterior resultado en alguna medida de su política exterior, ni tampoco el freno que impuso a la inmigración ilegal. Estos son factores que deberán ponderar bien los demócratas como una especie de balanza en el difícil camino hacia la reunificación del gran país del norte.

 

 

 

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Un régimen que juega al tiempo

Por Manuel Jiménez.- 

En ocasiones cuando presto atención a representantes de grupos minoritarios en República Dominicana identificándose con el régimen de facto de Nicolás Maduro en Venezuela, incluso planteando similitudes entre la situación política que vivía nuestro país para abril de 1965 y la que atraviesa actualmente Caracas, la idea que me asalta es que estamos frente a fanáticos de causas perdidas que viven aún los sueños de las décadas de los años 60-70, sin querer despertar de las pesadillas y fracasos que han acumulado.

Juan Bosch fue electo Presidente de la República en unas elecciones libres y democráticas celebradas el 20 de diciembre de 1962 con el voto favorable de 619,491 dominicanos, casi el 60% de los sufragios,  y siete meses después de asumir el cargo es derrocado por una conspiración cívico-militar.

El régimen de facto que se instaló apoyado por los militares y la derecha castró todas las expectativas de paz y progreso que había generado el gobierno de Bosch, amén de las violaciones atroces a los derechos humanos, las libertades públicas y el socavamiento del orden democrático y constitucional.

La resistencia y la rebelión de quienes protagonizaron aquel levantamiento armado contra el Triunvirato la tarde del 24 de abril de 1965 era más que justificada: se alzaron por el respeto al orden democrático y en contra del crimen, la represión y la negación de todos los derechos y libertades consagrados en la Constitución de 1963.

Si alguna similitud existe entre aquella época y la que vive actualmente Venezuela es que Maduro encabeza un régimen de facto similar al que se instaló por la fuerza en este país entre septiembre de 1963 y abril de 1965.

Maduro, que hereda el poder tras la muerte del carismático Hugo Chávez Frías, se presenta por primera vez a unas elecciones aceptadas como democráticas el 14 de abril del 2013, obteniendo el triunfo con unos reñidos resultados (50.61% a 49.12%) frente a Henrique Capriles, en una clara evidencia del desgaste del chavismo, pese a que el candidato oficial obviamente se benefició de lo que algunos expertos definen como el “voto emotivo y solidario” ante el fallecimiento un mes antes del comandante de la “Revolución Bolivariana”.

Pero esos reñidos resultados marcaron el distanciamiento de los remanentes del chavismo con su pueblo. Es el momento en que el régimen de Maduro comienza a mostrar incapacidad gerencial, registrando claros y graves desaciertos de política económica que rápidamente impacta en lo social: Quiebra de empresas, y por vía de consecuencia, miles de empleos se pierden, escasez de alimentos, deterioro del tipo de cambio y una inflación que al día de hoy supera el millón por ciento, la más alta del mundo, según organismos como el Fondo Monetario Internacional, CEPAL y el Banco Mundial.

Es por eso que en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, la Mesa de la Unidad Democrática gana 112 de los 167 diputados de la Asamblea Nacional (56,2%), constituyendo la primera victoria electoral de peso para la oposición en 17 años, pero sobre todo, poniendo en evidencia la creciente impopularidad del régimen que a partir de entonces se torna más represivo e intolerante.

Maduro, junto a contados aliados internacionales, están jugando al tiempo. Han forzado la salida del país de más de dos millones de venezolanos, la oposición no ha actuado monolíticamente unida, algunos de sus líderes han cedido al chantaje, al soborno o recurrido al exilio evitando la cárcel o el cementerio. Solo hay que recordar que en un período de tan solo tres meses en 2017, más de 100 personas murieron en Venezuela víctimas de la represión contra las protestas populares que se escenificaron en todo el país contra la dictadura de Maduro.

Para que se tenga una idea del desastre económico en que el chavismo ha sumido a Venezuela solo hay que consultar recientes estadísticas aportadas por el Fondo Monetario Internacional que demuestran que entre el 2013 y 2019 el PIB venezolano ha caído a la mitad por el hundimiento de la producción petrolera y el empeoramiento de las condiciones de sectores no ligados a la energía.

Ya en octubre, según cita el periódico español El País, el Fondo apuntaba que la caída de la economía venezolana se habría contraído en un 14% en 2017, y que esperaba que a cierre del año pasado la caída fuera de otro 18%, más un 5% adicional para este ejercicio. Hay que remontarse hasta 2013 para encontrar un año en el que la economía del país creciera un 1,3%. Desde entonces, el PIB venezolano se ha contraído un 49,6%, una realidad espantosa que no es atribuible al aislamiento internacional, sanción que toma mayormente vigencia desde mediados del 2017 en respuesta a la cruel represión del régimen contra sus opositores.

Estamos hablando de un régimen que se colocó en la ilegitimidad cuando en agosto de 2016 dispone de golpe y porrazo la disolución de la Asamblea Nacional para sustituirla por un órgano inconstitucional complaciente y plegado a sus intereses, que se burla de interlocutores válidos y bien intencionados, como fue el caso de República Dominicana, adelantando la fecha de las elecciones de 2018 con el único objetivo de hacer fracasar la iniciativa de diálogo que apoyaba la comunidad internacional.

Todos conocen los amañados resultados de esa segunda “elección” de Maduro, presentándose virtualmente solo a un certamen en el que impuso condiciones para forzar la abstención de la oposición. ¿Entonces, de qué legitimidad puede hablar un régimen que se comporta con tal desvergüenza e ilegitimidad?

Maduro y quienes secundan su régimen han cerrado las puertas a toda salida pacífica y democrática a la crisis, y al igual que otros actores en el campo internacional, parezco entender las repetidas advertencias de Washington de que “todas las opciones están sobre la mesa” para que en esa nación suramericana resurja la esperanza, la paz y la felicidad de un pueblo abandonado a su suerte.

Este régimen ilegítimo se sustenta en las bayonetas, no en la legitimidad que soberanamente delega el pueblo. La firma Datanálisis, una de las más prestigiosa firma encuestadora venezolana, registra que a finales del año pasado,  8 de cada 10 venezolano describía negativamente su día a día. Maduro  ha demostrado hasta la saciedad que ni le interesa el diálogo y mucho menos convocar a elecciones libres y democráticas supervisadas por la comunidad internacional, amén de que controla todos los poderes, incluidos la Corte Suprema y el Consejo Electoral. Si cierra todas las vías posibles a una salida negociada, política, con actores venezolanos, entonces la conclusión es sencilla: La solución tiene que ser impuesta desde afuera.

-El autor es periodista y productor de programas de televisión. 

 

 

 

 

 

 

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